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Los raros bemoles del éxito de los artistas de música vallenata

Por Luis Napoleón de Armas P.

En las ciencias, en  la literatura, en el teatro, en la oratoria, en el baile y en muchas otras actividades, la clave para salir adelante es el talento. En los negocios, las oportunidades y el talento no pueden faltar; en los deportes las capacidades físicas deben acompañarse de una buena dosis de talento; en el cine y la televisión son necesarios oportunidades y talento, ayudados de alguna presencia física; en  política lo importante son las conexiones, la tradición y el dinero, pero el talento es accesorio.

Los solistas de música moderna que han triunfado los he visto de diferentes genotipos, aunque, teniendo igual talento, necesitan menos esfuerzo los bien parecidos, hombres o mujeres. Los mejores artistas de la edad media se dieron a conocer por sus talentos, apadrinados luego, por mecenas y por las cortes; su triunfo estaba cifrado así. En el caso de la música vallenata sucede algo curioso; aquí no están bien definidas las trazas para ser exitoso como cantante para no hablar de los acordeonistas que son tantos, casi iguales, y hacer la diferencia es bastante difícil. Por ejemplo, Poncho Zuleta y Diomedes Díaz han sido cantantes exitosos, sin ser un Adonis, solo gracias a sus talentos; en cambio, Silvio Brito, un hombre con una voz clara y virtuosa, se quedó a mitad de camino. Por su parte, Juan Carlos Centeno, con una voz superior a la de Jorge Celedón, ha recibido menos trofeos que este. Pero lo que quiero destacar aquí son dos casos emblemáticos que rompen con cualquier presupuesto. Uno es el caso de Ivo Díaz, una de las mejores voces del vallenato raizal, afinado en todo momento; ha gravado con los mejores, incluso con el Gran Colacho, el hacedor de cantantes pero que no pudo encumbrar a Ivo. Ahora hace pareja con un rey y rey de reyes del vallenato, todo el pentagrama que brinda el acordeón está de su lado, pero su reconocimiento no ha sido el merecido. El otro caso es el de Ernesto Mendoza quien ha hecho varios intentos para estar en el firmamento de los famosos del vallenato, pero no ha podido. A Ernesto lo conocí recientemente en una reunión privada de amigos, nunca lo había escuchado a capela, su voz es portentosa y armoniosa, si requiere de alguna presencia física, no es un Luis Miguel pero podría decirse que está por encima de la media de nuestro genotipo caribe. En ambos casos hay suficiente talento como para triunfar; no se si en estos casos intervenga la suerte o el magnetismo para llegarle a la gente. Es una lástima que estas voces, escasas en nuestro género, no lleguen al pináculo.

nadarpe@gmail.com

 

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