Hemos hecho registro de los diferentes concursos del Festival Vallenato y también de los acontecimientos sucedidos dentro de la programación oficial y fuera de ella. Queremos reconocer el esfuerzo de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, de la Alcaldía de Valledupar y la buena voluntad del Gobierno nacional, en cabeza del ejecutivo, el presidente Iván Duque, y la ministra de Cultura Angélica María Mayolo.
Fue, como era previsible, un Festival atípico, un laboratorio de reactivación económica y cultural en medio de la incierta pandemia. Con derecho, incluso, a que saliera mal. Sin embargo podemos decir que se logró el objetivo de hacerlo, de procurar cierta atención nacional y de aumentarla, al coronar a un rey arhuaco, independientemente de su buena ejecución musical, como homenaje a nuestras etnias. En la ciudad hubo movimiento económico y cultural, una dinámica que no se había visto desde el 2019.
Habrá tiempo en los próximos días para hacer un balance del Festival. Hay, por lo pronto, algunos tópicos que señalar: la no motivación de los fallos, como el del rey; la ausencia del gobierno departamental; el papel que fue adquiriendo la plaza Alfonso López, lugar frecuentado por bastante gente, la que se mantuvo visitándola el domingo y ayer, a pesar de que no hubo ninguna actividad programada y sin que se oyera ni siquiera un espontáneo conjunto musical vallenato. Y el hecho persistente, sin fácil solución, de que el pueblo raso que no tiene para pagar el ingreso al parque no puede ver la final.
De la evolución de la audiencia de nuestra música vallenata nos referimos estos días en esta sección del editorial y nos lo advierte también el experto Abel Medina Sierra en un escrito que publicamos en la presente edición : “Sin ser ave de mal agüero, es posible que así como el porro y la cumbia relevó la música andina nacional en los 50 y, desde los 80, el vallenato a esos géneros tropicales, la aclimatación paisa de la música mexicana y los géneros urbanos, logren lo que no pudo el merengue, la salsa, la champeta y otros: hacer que el vallenato deje ser la música preferente en Colombia.
Las tres últimas encuestas de consumo cultural (ECC)- la última aplicada en el 2017 y divulgada en el 2018- encumbraron al vallenato como el género preferido de los colombianos. En esta, el vallenato encabezaba con un 60,9 %, seguido de la música tropical con un 57 ,6. Le siguen la balada (45,65 %), el reggaetón (44,9 %) y la mexicana (36,2 %).
Pero, la ECC segmentaba la población, esto permitió descubrir que entre los más jóvenes el reggaetón ya le llevaba la delantera (69,0 %) al vallenato que se ubicaba en el segundo lugar (53,3 %). Lo anterior es algo comprensible, pese a que la nueva ola vallenata logró mayor interpelación en el público juvenil regional, la mayoría de estos prefieren la música urbana, se trata de una afinidad hacia nuevas sonoridades discotequeras.
El impulso mediático que ha tenido la música popular de despecho posterior a esa encuesta y la reggaetonización que se toma el mundo, a lo que no escapa Colombia, avanzan vertiginosos hacia un cambio de tendencias en preferencias musicales”.