EL TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
La poesía, como gajos de luceros, llenó de esplendor el cielo vallenato. El 26 y 27 de mayo fueron dos días inolvidables, se escucharon las voces de ocho poetas latinoamericanos invitados a Colombia por el décimo octavo Festival Internacional de Poesía, ciudad de Bogotá, que llegaron a Valledupar, gracias a la gestiones de la directora de la Biblioteca departamental, la doctora Mónica Morón Cotes.
Todo fue una fiesta a la palabra. En voces de los ocho poetas las palabras fueron los labios del pájaro derramando los colores de su canto en los ojos de la rosa. Preámbulo al conversatorio de la función política y social de la poesía, el poeta cesarense, de origen kankuamo, Luis Mizar Maestre leyó uno de sus poemas emblemático, “La mariposa de los sueños erguidos”, que le mereció una sonora ovación del público.
De los poetas visitantes, llamó la atención Ida Vítale, nacida en el Uruguay en 1924, tiene 86 años cumplidos, y goza de vigor físico e intelectual. No permite que le den la mano para subir escalinatas. Camina elegante y sonriente, quizás para reafirmar que la poesía es vitalidad en el alma y en el cuerpo.
Con el brasileño, Ledo Ivo, compartimos el criterio que la función social del poeta es escribir poesía, y la función social del que asiste a una reunión de poetas es escuchar leer a los poetas. El arte poético es más para sentirlo que entenderlo. Hay versos que por su musicalidad y sus imágenes producen asombro, estremecimiento, placer a los sentidos, sin que en realidad hayamos comprendido la intención real del autor.
He aquí otras reflexiones acerca de la poesía. Para Amalia Gieschen, poeta argentina, “es una expresión humana que trasciende lo cotidiano a través de una revolución del sentido en el corazón del lenguaje. Pero, esa expresión particular, nace obligatoriamente de una visión de algún mundo y se dirige a otro, con su propia visión. El poeta es testigo, sí, aunque su poesía es expresión. No existe lo estético desligado de lo social. El lenguaje puede generar cambios en la estructura de la conciencia, y ésta es motor creador y modificador del mundo físico”.
Para Gladys Mendía, poeta venezolana “La poesía es la comunión del ser con el mismo ser; y, con los demás seres”, ella explica:
“El silencio, la observación y la reflexión son poco valorados actualmente; y, eso es lo que nos recuerda el poeta, el mundo interior que hay que cultivar”.
Para José Roberto Cea, analista y literato de Salvador, “La poesía, debe cumplir una trigonometría: Racionalidad, emotividad e ideología”, cuando falta uno de éstos componentes. Afirma Cea, si existe un divorcio, entre el poeta y su entorno; se pierde la función social de sensibilizar a una sociedad, de parte del poeta”. Y complementa “los poetas latinoamericanos deben crear los instrumentos expresivos que muestren lo que somos, lo que tenemos, tal cual son, y ello nos llevará a tomar de los cánones externos, lo positivo que pueden ofrecernos para enriquecer, éstos instrumentos expresivos”.
Alberto Cecereu, poeta chileno, reflexiona, partiendo del reciente 5 de mayo – Día de la Fraternidad Latinoamericana: “La poesía debe apuntar como manifestación del espíritu-mente, la voz verdadera del hombre, voz que busca sobrevivir ante el medio, que busca inmanentemente la paz.
Y agrega: El ser humano, en toda su integridad, necesita comprender que el objetivo mancomunado debe tender a una vida pacífica, entre todos los hombres y mujeres. Fraternidad, cimentada en los valores, de tolerancia, igualdad de oportunidades, libertad en todos los sentidos: Una sociedad de amor, una sociedad inclusiva”.