Ahora que están de moda los políticos sería bueno recordarles los pecados de algunos de ellos. Podríamos hacer un pequeño ejercicio para conocerlos.
En lo que sí no fallan es en tres cositas: la mentira, el engaño y las promesas incumplidas. Por ejemplo: la lujuria electoral es uno de los vicios de moda, la verdad que no hay un consenso sobre un solo político que reúnan los siete pecados capitales: la soberbia, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza. Pero que arroje la primera piedra el político libre de pecado.
No me equivoco al decir que en uno de los primeros lugares está la soberbia. Pero sin duda alguna, el pecado de moda es la lujuria electoral, los candidatos aparecen de día con la esposa, que es la opinión, y de noche se van con la amante, que es la maquinaria. Esta promiscuidad fue evidente en las pasadas elecciones donde hubo mucha avaricia y envidia. Otros políticos avaros desestiman las alianzas porque tienen la mira puesta en la repartición de la torta burocrática. Otro de los pecados que más cometen es la gula, comen, comen, comen y son insaciables con la mermelada, inclusive todos los roscogramas en los que el político ubica a sus familiares, amigos y fichas electorales, son el reflejo de la gula y si de buscar políticos perezosos se trata, hay que echarle un vistazo al parlamento, a las asambleas y los concejos, y es aquí donde muchas veces reina el pecado de la ira, recuerdan los madrazos que muchas veces se lanzan. Lo cierto es que queremos tener candidatos en nuestro departamento libres de pecado, que interpongan el interés general al personal.
Como es mi costumbre trataré otros temitas: el domingo pasado, en casi todo el mundo se celebró el día de la madre y se hizo un justo reconocimiento a esta figura paradigmática, para quien todo elogio es pequeño. Desde esta columna quiero rendirles un homenaje a todas las madres del mundo, no son solo fuentes de vida por excelencia sino sostén de los valores que hacen digna la existencia. En especial quiero rendirle un homenaje a mi buena madre Lety Palmera, que Dios la tenga en el cielo, al igual que a mis tías Dominga y Susana. También a aquellas personas que han hecho el papel de madre en mi vida Ana Susana Palmera y Marielena Castro de Quintero. El homenaje también lo hago extensivo a mis hijas Adriana, Chía y Tati. Que Dios las bendiga.
Como vallenato, siento algo de tristeza cuando los odios políticos se traducen en ataques personales. Me da lástima la situación actual del Partido Liberal dividido en mezquinas agrupaciones, sin los ideales que siempre lo han hecho grande. Aunque para mí ya no hay partidos políticos, no hay ni liberales ni conservadores, todos son unos vividores, cambian de color de acuerdo a sus conveniencias y bailan al son que les toquen. Esto lo estamos viviendo. Qué lástima.
POSTDATA:
Esta columna dejará de aparecer durante 20 días, ya que viajaré a Bogotá por motivos de salud y control médico.