Los parques lineales están definidos como aquellos espacios verdes alrededor de corrientes de aguas con posibilidades de adecuarlos como espacios públicos naturales para la conservación de la biodiversidad, cuya destinación sea para el disfrute de la ciudadanía como recreación pasiva, al aire libre, en comunicación en vivo con la naturaleza. Son espacios con funciones ambientales y ecológicas que a su vez contemplen la implantación y sostenimiento de una diversidad arbórea nativa, refugio de aves con mecanismos idóneos para proteger el ecosistema como elemento integrador creado para el encuentro ciudadano. Deben ser espacios abiertos dispuestos para el descanso y la sana recreación para que se conviertan en aulas permanentes de educación ambiental; nada distinto de lo que pensamos nosotros al creer que el programa de necesidades de este espacio público especial, además de requerir del mejoramiento del lecho del rio con diseños de formas, debería contemplar la construcción de senderos peatonales paisajísticos, sectores deportivos, ciclorutas, zona para acampar, observatorios de fauna y flora, establecimientos comerciales para comidas rápidas y restaurantes, corporaciones institucionales para eventos académicos, lugares recreativos, zonas de servicios con batería de baños y vestidores, áreas de parqueos de vehículos, control de deshechos, vigilancia de seguridad permanente y restricción a la venta de bebidas alcohólicas; todo apuntando a que el parque sea autosostenible en todos los aspectos como ocurre normalmente en varios parques del país.
Pero la falta de estudios previos y de inversión pública en el caso de Valledupar, ha demostrado en el tiempo que después de la Administración del 2005 respecto al proyecto del parque lineal Hurtado, ningún mandatario ha hecho algo por el mal llamado parque lineal. En esa época se adjudicó el contrato de diseño y construcción a una entidad bancaria, suma que ascendió a 11 mil millones de pesos en la modalidad inexistente de leasing de infraestructura, construido sin licencia urbanística y entregado llave en mano incumpliendo asimismo con la obligada valoración del riesgo, lo que generó que un año después, el desbordamiento del rio Guatapurí se llevara medio parque construido. Y hoy que tenemos: accidentes mortales por falta de prevención y control de las autoridades del uso del parque, espacio público donde prima el vehículo, venta indiscriminada de bebidas alcohólicas, venta de alimentos sin control de calidad, equipos de sonido a altos volúmenes, espacios sin diseño urbano, construcciones sin ocupar durante años.
Este tipo de actuaciones que necesariamente exigen la intervención de la Administración pública, cada día muestra mayores impactos negativos en materia ambiental, social y urbanística, lo que me lleva a afirmar que solo es posible la rehabilitación del parque si el sector público asume el compromiso y sustituye su actual funcionamiento por otro mejor que incida afectivamente en el comportamiento ciudadano y para lograrlo hay que crear mercados ecoturísticos para enriquecer el portafolio de servicios, ya que para que el parque sea competitivo, se requiere modificaciones sustanciales urbanísticas, certificación de productos, empresas y guías, entrenamiento, vida silvestre visible, mercadeo apropiado, monitoreo de impactos y una extensa difusión en materia de cultura ciudadana.