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Los niños merecen una Navidad segura

En días pasados publicamos en nuestras redes sociales una lamentable y peligrosa escena que grabamos en el semáforo de la calle 21 con avenida Simón Bolívar: a las 7:00 de la noche, un grupo de niños venezolanos, no mayores de 12 años, deambulaban en medio de los carros que se movían ante la luz verde para atravesar la transitada vía.

Sobre el andén del antiguo Teatro Avenida, dos mujeres adultas con niños de brazos y otros menores dialogaban. Para todos ellos era “horario laboral”; todos se rebuscaban a través de la mendicidad o la venta de dulces el sustento diario.

Lo particular de esta escena es que los niños, en especial uno que logramos grabar, de 7 años, se movían con pericia por en medio de los carros y motos, justo como nos hemos acostumbrado a ver a los vendedores informales de agua, dulces, o quizá los limpiavidrios, entre otros personajes de la desocupación vallenata.

Debemos manifestar con urgencia nuestra preocupación. El mero roce de un vehículo a un menor de edad lo derribaría al suelo y podría pasar lo peor. Esto no se trata solo del fenómeno de la migración que dio como resultado, en estos casos, formas lamentables de subsistencia. Debemos decir que hay denuncias de ciudadanos que aseguran que en esos lugares no solo hay extranjeros; aseguran que niños colombianos también ejercen la misma práctica.

Debemos decir también que hemos registrado noticias sobre el trabajo de prevención de todas las entidades que intervienen en las campañas en contra de la explotación laboral infantil, la mendicidad, la prostitución, el microtráfico, pero los esfuerzos no son suficientes para erradicar el problema.

Es una carrera de largo aliento en la que no se debe desfallecer. Por ejemplo, mientras Policía Nacional, ICBF, Gestión Social Municipal, entre otros, están batallando en las calles para restablecer los derechos de los niños que viven en esa condición, el fenómeno migratorio hace el problema más crítico y le agrega factores mucho más difíciles de vencer.

Por lo pronto, consideramos que esta práctica que hoy rechazamos en estas líneas debe atacarse con las herramientas con las que se cuente. EL PILÓN hace su ejercicio primario, indagar e informar, y luego, como es costumbre por nuestra vocación al servicio de la gente, proponemos espacios para encontrar soluciones a través de las ideas. Estamos prestos a participar en las actividades de sensibilización que puedan llevarse a cabo, pero alguien debe darle pronta solución al problema antes de que tengamos que registrar un hecho lamentable.

Estas fechas, los niños deben vivir al máximo la felicidad, el calor del hogar, el bienestar, la salud y la confianza plena. El derecho a ser niños y ser amados como tal.

Cerramos con un aplauso a las secretarías de Salud Local y Departamental que ayer fueron vistas recorriendo las calles de La Nevada para llevar puerta a puerta el mensaje de los peligros que representa la pólvora, para niños y adultos.

Categories: Editorial
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