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Los nazarenos se niegan a desaparecer como tradición religiosa

La Hermandad Jesús de Nazareno en Valledupar, ad portas de iniciar la Semana Mayor, se encuentra lista para continuar con la tradición religiosa que se niega a desaparecer después de 300 años de historia en la ciudad.

La comunidad cada año acompaña las procesiones de Semana Santa en la Capital Mundial del Vallenato y es uno de los símbolos más representativos de comunión frente a las actividades que cada año realiza  el catolicismo.

De acuerdo a lo que se tiene previsto por la Diócesis de la ciudad, la Hermandad Jesús de Nazareno retomará las tradiciones religiosas modificadas a raíz de la emergencia sanitaria presentada por el covid-19.

“Viviremos un poco una Semana Santa distinta, ya que estaremos conservando todos los protocolos de bioseguridad por el tema de la pandemia, esto de una u otra forma nos hará cambiar algunas de nuestras cosas, pero siempre con la misma alegría y la misma fe de adorar a nuestro señor Jesucristo”, expresó Juan Miguel Osorio.

Durante toda la semana desde el Domingo de Ramos, la Hermandad desempeñará y participará de diferentes actividades programadas por la Diócesis de Valledupar.

Los actos más representativos se realizan durante el Jueves y Viernes Santo en donde los miembros de la comunidad purgan sus penitencias.

“El Jueves Santo que es el fuerte de los nazarenos se va a cumplir con las penitencias. En la mañana se realiza un arreglo floral que siempre se le lleva a los hermanos fallecidos y al mediodía salen los penitentes por las cuatro estaciones”, manifestó Iván Ochoa.

LA HERMANDAD

Es importante mencionar que la Hermandad Jesús de Nazareno en la ciudad de Valledupar es una tradición religiosa que según cuentan algunos miembros de la comunidad data de 300 años atrás.

Iván Ochoa, un miembro activo de la Hermandad, manifestó que la fraternidad surge cuando los penitentes salían de varios puntos de la ciudad y se concentraban en el sector de la Catedral, según las investigaciones, testimonios y hechos recapitulados en un libro de su autoría. Iván es hijo de José María Ochoa, un nazareno recordado por trabajar durante más de 60 años por la comunidad.

“Salían 4 o 5 penitentes de diferentes partes y pagaban sus penitencias, luego fue aumentando el tema y se logró tener personería jurídica en la Iglesia”, expresó Ochoa.

Los miembros de la Hermandad, unas 400 personas, continúan con la tradición cumpliendo con las penitencias a partir del amor, la fe y el compromiso de ser miembro de la comunidad religiosa.

“Ser nazareno es vivir lo que es la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, es transmitir el mensaje a esas personas, a esos fieles que visitan nuestra iglesia. Ser nazareno es vivir, sentir y estar inmerso en lo que sintió nuestro Señor, ya que nosotros somos los hijos del Señor”, manifestó Osorio.

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