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Los largos años

(Un rápido recuento sobre una mujer extraordinaria que el pasado 23 de septiembre cumplió 103 años).Septiembre es la estación del tiempo más simple del año, será por ello que la mayoría de la gente de grandes condiciones humanas y espirituales, calladas y humildes sobre la tierra, nacen en esta época; por lo menos la mayoría de santas y santos nacieron en este mes. Los largos años son nada menos que el premio a una vida sana y sin prejuicios.

Cuando se ha vivido la vida llena de ternura y bondad, el mejor premio es una larga existencia llena de amor, respeto y afecto de la gente que le acompaña en la permanencia de la existencia. Solo se vive larga vida cuando el espíritu permanece sobre lo material y la mezcla de placeres y penas se miden con el debido rasero, pero sometidos a los designios de Dios y al calor de unos momentos sanos en donde los actos de amor por la tierra y la estirpe abunden en cada rincón.

Los pesares cuando llegan hay que aceptarlos con valentía y si existe una familia, la gente fuerte maneja tales situaciones que la responsabilidad asumida es superior a cualquier calamidad y así lo concibió esta honrosa mujer que supo y ha sabido redimir los caminos sencillos y los caminos espinosos que le ha deparado el destino.

Para ser fuerte se necesita de la presencia de Los Ángeles de la Guarda y estos se amarran a los espíritus cuando encuentran una vida en especial, que ha manejado la inocencia como un dogma divino y que hace que sus actuaciones alimenten y sean agradables para los demás, como también haber moldeado las tragedias de las muchas que ha vivido, con la resignación de un corazón que llora sin mostrar sus lágrimas.

Esta fabulosa mujer, cuando la veo, me hace recordar la humildad de la Madre Teresa de Calcuta y la modestia de la ropa gris.  La forma como ha utilizado la vida, servido a su familia y al prójimo es lo que la ha hecho valiosa. Bendiciones para la centenaria Carmen Maya Brugés, para que sus cumpleaños se hagan eternos y bendiciones para las grandes estirpes vallenatas que cada día hacen más importante y poderosa nuestra historia.

Siga viviendo todos los años que se ofrezcan en la voluntad del gran Señor, pues en esta tierra todos tenemos mucho que aprender de usted en los aspectos básicos de una vida digna, especialmente las generaciones que se muestran, para que se encanten con la sabiduría, sensatez y dulzura de los años viejos que tanto necesita el futuro de la humanidad para una vida mejor.

Dios, cuando aprendió a conocer su resignación, estoy seguro que se arrepintió de haberle separado antes de tiempo de aquel gran hombre, su noble esposo, Juan Castro Monsalvo, pero le premió permitiéndole una gran familia que hace honor en esta tierra. Puede estar segura que, mi familia, de la mano de mi esposa e hijos, tendrá por siempre su vida ejemplarizante como medalla de honor para la eternidad. ¡Felicidades!

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Fausto Cotes: