Hay cosas que no terminan de asombrarte, podría decir que el descoco me tiene atónito; una cosa es lo que muestran los vídeos a través de las redes sociales y otra bien distinta observar las cosas en vivo y en directo. Es decir, uno piensa que algunas vainas no suceden en nuestro entorno.
Me refiero a la forma como están bailando los jóvenes actualmente. Bailes Misóginos que han tomado un furor producto de los ejemplos que llegan expeditos por internet y mensajes directos, contenidos en las letras de canciones de reggaetón y algunos vallenatos; música que hoy es tarareada por niños que escasamente hablan; esas letras generan un éxtasis perverso entre ellos. Llamó mi atención las declaraciones de Susana Zabaleta, cantante soprano mexicana que comentaba sobre el contenido y mensaje de las letras del reggaetón, fue dura y sin tapujos, no pretendamos que los jóvenes escuchando esa música con esos contenidos, lleguen a ser algo diferente a lo que le estamos permitiendo.
“Y a ustedes mujeres, les parece súper gracioso eso, permitimos que unos niños, escuchen algo así tan denigrante. Y luego todavía reírnos… sí que se vuelva bien puta mi hija, ¿Eso es lo que queremos? Esas son las canciones que hay que escuchar, para reírse muchísimo de las mujeres y luego violarlas, llevarlas a los moteles, no que va”.
El mensaje es claro, ¿la culpa de quién es? Y vuelvo a lo mío, en menos de un mes he asistido a fiestas de dos niñas quinceañeras, en dos estadios diferentes, pero ante una situación común: la forma de bailar. Nos encontramos ante un baile súper sensual, la niña de espaldas al niño y con movimientos que, como dijera la profesora Omaida Tirado Flórez ‘La Muñe’, allí presente, “Ese baile es puro soba huevo, esos muchachos deben salir locos de esos bailes”, lo obligan a uno a sentir pudor. No quiero pensar que pasaría en recintos oscuros, como exigen los jóvenes ahora; el roce es inminente, la sobadera es increíble. Algo deben sentir más allá de la sensación de mover sus cuerpos al ritmo de una música que en su contenido estimula este tipo de bailes. Para ellos, que un “viejo” esté pendiente del baile, es una fiesta “huesera”, no bailan y prefieren irse.
Quizás esté hablando en relación a mi edad, a pesar de ella y sin sentirme viejo, todavía me sonrojo y hasta siento pena ajena al ver esto; daría mi vida porque mis nietos bailen un paseo vallenato como esos que me enseñó la seño Sofy Mendoza en el Instituto Simón Bolívar. No soy mojigato, pero me escandalizo al escuchar a Maluma cantando ‘Cuatro babys’: “La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera, la segunda tiene la funda, y me paga pa’ que se lo hunda”. Qué asco por Dios.
Mujeres, su valor va más allá de una campaña, si ustedes no exigen ese respeto con seriedad y fundamento, seguiremos viendo como se les ultraja, como se les maltrata, viendo esos bailes misóginos cobrando cada día más fuerza, viéndolo tan “normal”. ¿Qué hacer? Mas carácter para la educación de los niños, menos celulares, así nos vean como monstruos; ellos, un día serán padres y entenderán. Eso quiero creer. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara