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Los inmorales nos han igualado

Como dice el Tango Argentino Cambalache “los inmorales nos han atrapao, vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados; hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”.

No tenemos que ubicarnos en otros sitios o épocas para recapacitar; con lo que sucede en nuestro entorno tenemos. Lo peor, es que en el país actuar con deshonestidad, aunque muchos rechacen tal conducta, quienes deben investigar y juzgar más bien pareciesen ser abogados defensores; el Ministerio Público no es contundente en sus intervenciones y lo que más les interesa: investigador e investigado están en la misma orilla; el mismo interés protegen. Paso a paso, de manera bien calculada, sin darnos cuenta, de una forma extrarrápida se han instalado, arraigado una máquina manejada por hombres sin valores para ser de lo que aprendieron: nada y actúan cada día peor; dañando, afectando, defraudando; en síntesis causando mal, caos, pánico sin ninguna contemplación.

Preguntamos ¿Será que nos hemos igualado a los inmorales? Todo es igual, nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor. Que falta de respeto, que atropello a la razón. En verdad han ganado espacio, mucho espacio y hemos sido indiferentes; muchos jóvenes y mentes débiles los consideran estereotipos a seguir, los admiran. En este marco referencial, la conducta corrupta puede explicarse por el conocimiento de la desconexión moral. Nunca debemos perder la esperanza de generar cambios con mejores y valoradas acciones. Basta ya de la protuberante indiferencia social que nos agobia. Podemos sintetizar, afirmando que la descomposición social es un fenómeno que abarca e impacta de manera desastrosa gran parte de la humanidad en su devenir histórico-social y por desgracia es una conducta que se adhiere al ser humano que se esboza desde la perspectiva del aprendizaje social, enlodada en conductas delictivas. En tal sentido es fundamental actuar con coherencia en pensamiento y comportamiento; puesto que la corrupción perpetua un círculo vicioso que genera pobreza y exclusión; este fenómeno más temprano que tarde se debe desarraigar y el elemento valido para combatir tal situación es la educación con una nueva visión de valores morales que rechace rotundamente lo perverso; si buscamos beneficios colectivos, así no se conseguirán. Tenemos que cambiar de ideas y mejorar rutas.

Es indispensable e imprescindible que desde ya no se siga acolitando estas conductas, sus resultados nefastos, indeseables los hemos vivido y las consecuencias negativas hemos sufrido. Un ultimátum, será reaccionar ante el daño que nos hicieron, hacen y harán.
¿Quiénes ganan al final? Ganamos quienes todas las mañanas nos levantamos para ser frente honestamente a la vida y saberlas llevar, dándole un verdadero sentido con razón, sin corrupción a nuevas generaciones.

Por: Jairo Franco Salas-jairofrancos@hotmail.com

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