Desde mí cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro
Transitamos por un tiempo delimitado de imprevisibles resultados. Las condiciones para el salto vital hacia una nueva concepción de humanidad están dadas, y las podemos identificar por la calidad de los líderes que nos conducen: son jóvenes estudiosos de extracción popular que se están aglutinando en un movimiento a escala planetaria, bajo el nombre de Los Indignados, los secundan sus padres que, viniendo de una civilización de sumisos, están sacando pecho en todas las calles y plazas del orbe y han derrocado gobiernos.
Podemos ver sus tallas físicas y mentales resaltando y perfilándose como figuras predestinadas para enquistarse en la historia del hombre. En lo que nos concierne, América del Sur aporta personas con perfiles específicos, y disímiles; aprendamos sus nombres, de sus características se encargará cada mundo mental.
En el pretérito, la vida humana y las necesidades básicas de la familia regulaban el valor de todas las cosas. La producción existía para el hombre y no el para la industria para guardar en bodegas y especular con el precio, para destruir después sin miramientos con los pobres del mundo. El rompimiento entre la moral y la economía, propició la transformación del trabajo ¡Y apareció la máquina! Y la producción superó a la adquisición, porque el humano puede producir desmesuradamente con la máquina, pero únicamente puede consumir como hombre, cuando tiene dinero.
Tres pensadores nos dieron claves para enfrentar el proceso: Malthus predijo la hambruna para la humanidad por la insuficiente producción; Marx aseguró que la desocupación crearía un “ejército de reserva barato”, para que la industria produjera de manera ilimitada; y Keyserling predijo para la América del Sur, el advenimiento de una nueva civilización que reemplazaría a la civilización técnica de América del Norte, en la cual los valores espirituales retornarían a su antigua importancia; y basó su profecía en la siguiente observación: “El verdadero sentido de la realidad que es a la vez el principio y fundamento del devenir, sólo es captable por una interpretación de los mitos y culturas de toda la humanidad”; y aconsejó la necesidad de una síntesis entre la cultura del Occidente y la Oriental. Aplausos para él porque dictaminó que somos el resumen de la humanidad.
Quizás el filósofo alemán Keyserling de origen lituano (1880 – 1946), quiso advertirnos que una economía justa es la base de la profilaxis del crimen, porque las causas de tanta angustia pueden explicarse en los siguientes puntos: 1.Todo desorden social tiende a producir crimen. 2. El pauperismo y la falta de trabajo son productos sociales que conducen al crimen. 3. Las anomalías higiénicas, que son consecuencia de lo anterior, llevan al alcoholismo y a la drogadicción. 4. La acumulación de errores filosóficos y sociales orientan a la masa hacia la desesperación: el crimen y el suicidio. 5. Las fragilidades sociales: desprotección a desvalidos e infantes, educación que segrega, sistema de salud pésimo, entre otras causales que sería largo mencionar, y que además todos conocemos y padecemos.
No se pretende lo imposible: la perfección sobre el planeta; pero podría crearse un ambiente que impidiera las anomalías, hay pensar en qué hacer para solucionarlas con métodos nobles, porque siempre se resuelven con guerras.
@yastao