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Los huevos de la corrupción

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Quizás no ha hay una ley en Colombia que tenga más problemas que soluciones como la ley 100 de 1993, que entregó la salud de los colombianos en las manos inescrupulosas de los particulares.  Este fue el primer huevito que Álvaro Uribe puso en el Congreso de la República, pues ya había puesto otro en gobernación de Antioquia, creando las cooperativas de seguridad que más tarde  rompieron el cascarón del segundo y entraron a minar las finanzas del sistema de salud. Todo fue fríamente calculado, allí había demasiado dinero fácil de succionar;  desde allí, la salud se puso al servicio de la guerra. Nunca AUV dijo una sola palabra sobre este fenómeno de los polluelos que se alimentaban de la siguiente nidada. El negocio del doble periodo fue el de la salud, a través de las EPSs, que descubrieron desde un principio cual era el talón de Aquiles de esa bien anunciada ley. El senador Jorge Enrique Robledo ha dicho que la ley 100 ha producido más muertos en Colombia que todas las violencias juntas. Sus operadoras, las EPSs, han sido tan prósperas que el año pasado muchas de ellas figuraron dentro de las primeras empresas del país. Una de ellas, SALUDCOOP, estaba de sexta, cuyo patrimonio había crecido 500% en los últimos años. Pero es curioso que este año no figuren en el ranking, ahora que se develó el telón. ¿Por qué las relegarían? Es bastante sospechoso. Una vez supe en Medellín que uno de los más grandes accionistas de esta EPS era el mismo AUV. Claro, el sabía, desde un principio, por donde le bajaba el agua al molino. Esto se llama información privilegiada o asimetría de la información. Su  ministro del ramo, su alter ego Palacio, llamado el de la desprotección social era, quizás, el fabricante de los nidos para las gallinas ponedoras del sector salud. Seguro que el Procurador lo destituirá por omisión, así sea en forma extemporánea. Pero no solo hubo recobros en el sector salud; también ocurrió en el del transporte. Ya nos hemos acostumbrado a que una licitación pública valga tres veces su valor inicial por los reajustes posteriores, los rediseños y las demandas. El INCO fue un nido de águilas, donde solo los cóndores podían volar. Al ex Andrés Uriel Gallego, el seminarista de los bigotes negros, aquel que escogió por mansión un convento, como Palemón el Estilita, parece que la Fiscalía le respira en la nuca, lo mismo que a varios funcionarios de la Casa de Nari como a Del castillo y Alicia Arango, para quienes los Nule no eran ningunos desconocidos. Este problema, tarde o temprano tendrá que trascender las fronteras de Bogotá; esto es, cuando los Moreno llegaron, ya los encontraron colados recibiendo anticipos. Y recuerden, que los Nule vienen de Sucre, el embrión del paramilitarismo. También, en el Ministerio de Agricultura, había un gallinero; lo de AIS tiene en las cuerdas flojas a sus más encopetados funcionarios. El todo vale caló en la mente de muchos funcionarios que perdieron todo asomo de vigilancia porque estañan concentrados en la guerra, en la seguridad democrática; el Congreso era un campo de entrenamiento con armas prohibidas, razón por la cual muchos están tras las rejas. ¿Por qué, entonces, con tantos problemas viene el ex presidente AUV a dilectar a Valledupar, con galimatías jurídicos, acerca de terrorismo y lucha armada, un juego semántico que en nada contribuye a detener las mafias enquistadas en el poder en nombre de la seguridad democrática. Eso se llama tirar globos para evitar que se vean los luminosos proyectiles de la corrupción.
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