Con la autoridad que me brinda el hecho de haber sido hace más de treinta y cinco años un verseador de elite: grandes finales en el Festival de la Leyenda Vallenata y en el Festival Cuna de Acordeones en el año 1981; me atrevo a desnudar algunas falencias y vicisitudes que ha padecido la piquería, como uno de los ingredientes importantes de nuestro folclor vallenato y una de las modalidades de concurso más divertidas y agradables en nuestros festivales.
Uno de los principales problemas que afronta la piqueria es el tema de la renovación o el relevo generacional, el cual avanza en forma muy lenta; escenario donde los mejores verseadores y ganadores de festivales son los mismos de hace veinte años: José Dolores Bornacelly, los hermanos Manjarrés, José Félix Ariza, José Luis Villero, Andrés Barros o William Felizzola. Afortunadamente, en relación con cantantes y acordeoneros no se puede decir lo mismo.
Nuestros mismos verseadores no han mejorado su léxico, seguimos escuchando de forma insistente palabras como ‘Carey’, que es el material con el que se hacen las espuelas de los gallos de pelea, término bastante recurrente en la piqueria y que casi siempre lo hacen rimar con las palabras rey o ley.
Aquí vale la pena hacer una claridad: muchos verseadores jóvenes están empleando esta palabra de manera casi que automática, sin saber en muchos casos lo que significa, lo cual hace que algunos versos queden sin una estructura coherente.
En los festivales recientes a los que he asistido siguen utilizando la modalidad del pie forza’o, la cual muchos participantes emplean casi que con el único objetivo de cumplir a pie juntillas con la frase final y la rima, sin tener en cuenta los demás ingredientes del verso.
La modalidad de décima en la piqueria sigue siendo la de mayor dificultad, especialmente para los nuevos verseadores, y cuando los organizadores o el jurado la exigen, casi siempre se imponen los repentistas veteranos. Hacen falta escuelas o academias en la piqueria, sin desconocer el esfuerzo que hace el rey del verso Andrés Barros en Barrancabermeja con su escuela y la organización del Festival de la Piqueria.
No podemos dejar pasar este momento para resaltar las medidas que se vienen tomando en algunos festivales vallenatos, concretamente la de crear la categoría infantil en la modalidad de piqueria, lo cual le está dando un nuevo aire a este género, que sin duda lo necesita con urgencia.
COLOFÓN: Dentro de las medidas que considero se deben aplicar para darle solución a los problemas que afronta la piqueria en el vallenato, pienso que nuestros improvisadores deberían participar en concursos y competencias con otras modalidades del verso improvisado, como el contrapunteo llanero o la trova paisa.
Organizar simposios y seminarios en los que se profundice sobre el tema, y se invite a los verseadores a innovar y darle un viraje a ciertas costumbres y prácticas obsoletas.
Por Jorge Naín Ruíz