Por: Indalecio Dangond Baquero
Según la última encuesta trimestral del Banco de la Republica sobre la situación del crédito en Colombia, los sectores que presentaron mayor acceso al crédito siguen siendo los que cuentan con buena rentabilidad, especialmente industria, servicios, comercio, comunicaciones y personas naturales. Los sectores agropecuario y exportador, siguen mostrando mayores restricciones aunque, según los cifras, ha mejorado su actual acceso con respecto al cuarto trimestre de 2011.
Es entendible esta limitación del crédito a un sector que cosecha más de 25 millones de toneladas de alimento al año en condiciones adversas de clima, tasas de interés, caída del dólar e infraestructura. Pero también es cierto, que nuestros productores del campo han mejorado sus técnicas de producción y de comercialización de sus productos.
Revisando las cifras oficiales, las noticias en este primer trimestre del año son mucho más alentadoras. Mientras que Finagro lleva un crecimiento del 50% en sus colocaciones, la banca privada creció un 78.8% y el banco Agrario un 24.8% respecto al mismo periodo del año pasado. Sin duda alguna, el repunte del financiamiento al sector agropecuario en Colombia, se debe a la banca privada. De los $ 5.4 billones que se colocaron en el sector durante el ejercicio del 2011, los privados participaron con el 57.2% y el Banco Agrario con el 42.8% de dichos créditos.
Hay que reconocer y aplaudir la eficaz labor que en materia de reducción de trámites y estudios de crédito viene adelantando la nueva administración de Finagro y establecimientos bancarios como Colpatria, BBVA, Bancolombia, Davivienda, Santander, Av Villas y Bogotá, quienes colocaron créditos que superaron los 2.6 billones de pesos en líneas de crédito de inversión y capital de trabajo en actividades de producción, transformación y comercialización de materias primas. Las compañías de financiamiento Serfinansa y Coltefinanciera, hicieron lo propio al colocar algo más de $ 56 mil millones en el sector.
En el ejercicio de mi profesión como asesor en banca de fomento, he podido observar que las empresas hoy en día, por razones de facilidad, y por reducir costos, prefieren financiar inversiones a mediano plazo con créditos a corto plazo renovables. Esta práctica que puede tener algún riesgo de liquidez, puede resultar interesante mientras la curva de evolución de interés sea positiva, es decir, tipos de interés a corto plazo inferior al tipo de interés a largo plazo.
Aquí lo esencial del préstamo es su carácter de permanencia y no su duración. La inversión a largo plazo debe financiarse con créditos de carácter permanente o con ampliación de capital. Esta es una regla de oro que de no respetarse, puede tener consecuencias muy negativas.
Las entidades de crédito deben entender que una empresa es como un organismo vivo, donde los flujos de dinero generados por sus actividades forman un sistema sanguíneo, en el cual, la financiación como el corazón, debe actuar perfectamente si se quiere un correcto funcionamiento de la misma. Aquí la única solución es implementar modelos de financiamiento oportunos distintos a los instrumentos estandarizados que el sistema financiero está ofreciendo hoy a los productores del campo.
Infortunadamente el programa Desarrollo Rural con Equidad (DRE), que remplazó a Agro Ingreso Seguro, quedó rezagado ante esta dinámica. De 54.412 operaciones de créditos por valor de 1.3 billones de pesos desembolsados este trimestre, solo dos operaciones por valor de $ 2.164 millones, fueron con tasa subsidiada. Por otra parte, es inaudito que le Banco Agrario tenga invertido en TES, mas de 5 billones de pesos que deberían estar financiando proyectos productivos de nuestros productores del campo.
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