Por estar sembrados en áreas de espacio público, los árboles de Valledupar son bienes públicos; es decir, tienen una condición de servicio a la comunidad y al medio ambiente que se traduce en sombra, refugio, comida gratis –en el caso del mango-, en hitos para caracterizar calles y avenidas.
Esto implica que debe existir un Manual para tener claro qué árboles son beneficiosos para la ciudad, cuáles sembrar en el espacio público y cuáles en los patios de las casas, qué hacer cuando un árbol está enfermo, quién lo atiende, quién asume los gastos.
Es una tarea de la Alcaldía de Valledupar, pues los entes territoriales municipales tienen funciones ambientales, según el Artículo 65 de la Ley 99 de 1993, que determina las funciones de los municipios en materia ambiental.
En pocas palabras, le da la responsabilidad a las administraciones municipales de cuidar y velar por el medio ambiente con base en planes, programas y proyectos de desarrollo ambiental y de los recursos renovables.
La poda y tala que ha generado tanta polémica en Valledupar es una responsabilidad de la administración municipal, con el aval de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, que está soportada en justificaciones técnicas de la Oficina de Planeación, lo cual no quiere decir que haya sido la mejor decisión.
Los ambientalistas y expertos en el tema aseguran que se pudo evitar la poda y tala presentada –por lo menos en el parque del barrio Los Cortijos si hubo tala y en el centro una poda severa-, si se contara en la ciudad con un inventario detallado de los árboles.
En Bogotá la Secretaría Distrital de Ambiente, que es la autoridad que promueve, orienta y regula la sustentabilidad ambiental de la capital colombiana, tiene la hoja de vida de cada árbol y actúa frente a casos puntuales, no deja que pasen los años para intervenir todas las especies.
¿En Valledupar existe una hoja de vida de cada árbol? ¿Hace cuánto no le hacían mantenimiento a los árboles de la ciudad: revisión fitosanitaria, cortes de follajes, raíces? Porque si el asunto es de raíces invasivas no ameritaba cortar ramas.
Es una lección para la ciudad. No debe enfrentarse un problema ambiental cuando ya está hecho el daño y por más explicaciones que den la Alcaldía y Corpocesar a través de sus oficinas de comunicaciones, la comunidad tiene otra percepción de lo realizado. Más prevención, menos reacción.