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Los 30 años de la facultad de ingeniería de la UPC

La UPC celebró esta efeméride, me enteré por el correo de las brujas, pese a ser el precursor de este perfil académico; en todas sus realizaciones y hechos, esta institución prefiere el anonimato; aquí nada trasciende y los eventos académicos y socio-políticos se realizan en otras universidades que le han robado el protagonismo. Guaqueros sí ha habido. En la primera mitad de los ochenta, siendo yo el vicerrector académico, el rector Carlos Morón me solicitó hacer los estudios para ofrecer Ingeniería Agroindustrial, atendiendo una inquietud mía. A la sazón, ninguna universidad del país tenía este currículo y solo en la Universidad del Quindío había algo parecido, pero a nivel tecnológico. 

Para esas calendas no existía la autonomía universitaria, así que un nuevo programa profesional requería unos procedimientos tediosos a través del ICFES y Mineducación bien justificados. La parte más importante era la ingeniería del proyecto consistente en diseñar un currículo pertinente que cubriera los procesos de transformación de lácteos, cárnicos y vegetales. Iniciamos el proceso, pero por la paquidermia del Estado solo fue posible lograrlo con la autonomía universitaria; este fue el primer programa de ingeniería de la UPC concebido en tres etapas: “los porqués”, “el cómo” y “el para qué”. En la primera etapa se le ofrecería al estudiante toda la formación científica, en “el cómo” entraría a una planta piloto que le permitiría realizar los procesos antes mencionados y en “el para qué” se le centraba en la visión del programa acorde con las realidades de la región. La formación era teórico-práctica y total. Visité la planta piloto de la Universidad Nacional y averigüé la forma de adquirir los equipos, bastante costosos; esta institución los consiguió a través de donaciones de la Comunidad Económica Europea. 

La idea era que este nuevo programa se autofinanciara vendiendo proyectos agroindustriales; se pretendía que este fuera el programa de mayor impacto regional de la UPC. Nunca pude ser el decano de esta nueva carrera ingenieril para concretar mis ideas y por eso, quizás, su concepción inicial fue mutilada y mi autoría impostada; la planta piloto soñada fue sustituida por pequeños laboratorios y el nuevo programa quedó como una carrera teórica más. Desconozco cómo les ha ido a los egresados ni con cuál nivel salieron de cuyas primeras promociones fui docente en “los porqués”. También, por iniciativa mía, el CSU aprobó una nueva institución, el “Centro de Investigaciones Socioeconómicas”, CISE, para subsanar la deficiencia que en materia de estadísticas tiene el Cesar. No tuve la oportunidad de consolidar esta iniciativa, allí ubicaron a personas sin el perfil ideal; hoy es un elefante blanco. Lo mío es aportar ideas y realizaciones. También, con Simón Martínez, a la sazón vicerrector de Investigaciones, trajimos por convenio con la Universidad San Buenaventura de Medellín, los programas de Licenciatura en Preescolar y Básica Primaria, modalidad a distancia, con los cuales capacitamos miles de maestros. 

Igualmente, con Unisur de Bogotá montamos el programa en tecnologías administrativas, convertido después, en lo que hoy es la UNAD. Para cerrar este capítulo, los estudios de viabilidad para que el ITUCE, Instituto Tecnológico del Cesar, se convirtiera en una universidad, los realicé yo. El mayor obstáculo para la UPC ha sido la presencia de los gobernadores en el seno del CSU, mal diseño de la Ley 30/1992. Todos los rectores de la UPC han sido impuestos por los gobernadores, que interfieren en su misión, pese a ser esta del orden nacional. Tuvimos un rector impuesto por el gobernador solo con tres de los nueve votos del CSU. Mauricio Pimiento gobernador me ofreció esta distinción, pero la rehusé, quería lograrlo por otros medios, más, pero no era posible. Agradezco a la UPC que me permitió fortalecer mis saberes; también siento añoranzas porque aquí sangre de docentes y alumnos vi correr. Nos vemos en enero, feliz Navidad y próspero año nuevo 2025 cuando seguiré haciendo pedagogía y continuará el cambio.      

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Categories: Columnista
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