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Los 2 extremos

La selección Colombia de fútbol, en las 2 últimas fechas FIFA, le ganó 1-0 a España y 3-2 a Rumania. Los resultados son anecdóticos, especialmente el segundo. En el partido de Colombia contra Rumania, dos desatenciones al final del juego permitieron celebrar al rival, que poco hizo por el partido, resultado injusto pero que nos permitió ganar una vez más. El primer tiempo de ese juego mostró una Colombia madura, comprometida con defender y atacar, dispuesta a dejarlo todo en la cancha por nosotros.

En el otro extremo tenemos al Gobierno nacional. Desarticulado, ninguna gestión, nulo trabajo en equipo -excepto cuando muestran los dientes para defender a Petro, momento cuando a todos les vemos la dentadura, postiza por demás-, trabajando para afianzar sus intereses en vez de gobernar para cumplir con el cambio prometido. Esta semana que termina el señor Iván Mordisco afirmó que “cuando apoyamos a Petro y lo ayudamos a elegir éramos buenos”, los mismos hampones declaran públicamente habérsela jugado por un colega; y Petro, descarado como el que más, niega ese apoyo y se atreve a desmentir a quien, junto con otros delincuentes libres y presos, aportaron recursos y enfilaron baterías para llegar al poder, lo que a la postre consiguieron.

Dos líderes son los que analizaremos hoy, sus ejecutorias y méritos, diametralmente opuestos, serán materia de este escrito. Por un lado, el entrenador argentino Néstor Lorenzo y por el otro, el presidente colombiano Gustavo Petro. Balances muy diferentes los separan, además de un profundo conocimiento sobre las materias a las que dedican actualmente su existencia. Lorenzo tiene una hoja de vida limpia, en la que aparecen mentores como José Néstor Pékerman, a quien queremos y admiramos todavía, mientras que a Petro lo apoyaron personajes siniestros para llegar a donde está.

Por algo políticos como Jorge Enrique Robledo y el fallecido Carlos Gaviria Díaz no jugaron en el mismo equipo de un hombre que pretende generar violencia por medio de un discurso retrógrado y revanchista. Petro llegó a la Presidencia de Colombia porque aprovechó que su contendor en la segunda vuelta le dejó el camino despejado y porque los dueños de los dientes a los que nos referimos en párrafos anteriores mordieron a varios “corriendo la línea ética”.

Lorenzo es juicioso, trabajador, estudioso, cercano a los jugadores, conoce a sus rivales a profundidad, es un líder silencioso que como una hormiguita anda de un lado para el otro construyendo una mejor selección, dándole una identidad futbolística a un equipo lleno de figuras que, precisamente por eso, es difícil dirigir. Petro, en cambio, no sabe para dónde va, su tiempo se lo dedica a escribir trinos erráticos y estúpidos, que nos hacen pasar vergüenzas ante la comunidad internacional que en varios discursos lo ha visto fuera de sí, alucinando, diciendo cosas que carecen de sentido, que demuestran que la noche anterior estuvo probando ciertas sustancias que no nos enorgullecen a los colombianos. Y de paso consigue amigos como Roy Barreras y Armando Benedetti -que también le jala al vicio-, para que con Gustavo Bolívar y María José Pizarro, ministros nefastos como los de Defensa, Trabajo y Salud, continúen mancillando nuestra institucionalidad. En cambio, Lorenzo tiene un equipo fuerte, que tiene norte, que sin duda está bien liderado.

No sabemos cómo nos va a ir en la Copa América, pero llegamos con aire en la camiseta, tranquilos, esperanzados en un título que ya merecemos y que necesitamos. Desde el año 2000 no ganamos nada, llegó la hora, ojalá. En cambio, el gobierno está en UCI, con pronóstico grave, ya desahuciado por los médicos, que no le pueden proporcionar los medicamentos adecuados porque tienen desabastecido el sistema de salud y porque continúan afectando la labor de las EPS que han perseguido desde su ascenso al poder.

Dos polos opuestos, 2 personalidades muy diferentes, 2 liderazgos que arrojan resultados que, por un lado, alegran y enorgullecen, y por el otro nos generan angustia, desazón e incertidumbre. Lástima no tener 2 Lorenzos…

Jorge Eduardo Ávila

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