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Lo que se espera de Salvatore Mancuso e Iván Márquez

Los procesos de paz brindan nuevas oportunidades, después que el M19 firmara la paz en el gobierno de Virgilio Barco varios de sus integrantes iniciaron una fogosa actividad política comenzando por Carlos Pizarro asesinado en pleno vuelo durante la campaña presidencial de 1990, Navarro Wolf ocupó varios cargos de elección popular con admirable diligencia, en el caso de las FARC varios de sus líderes entraron de manera directa al Congreso.

Con los paramilitares pasa algo similar, se sometieron a un proceso en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y quedaron bajo el régimen de la Ley 975 del 2005 conocida como Justicia y Paz con un modelo de justicia transicional que les permitió pagar unos años en prisión y salir en libertad. Casos exitosos existen como el de Uber Banquez conocido en sus tiempos de combate como “Juancho Dique”, protagonista del premiado documental “Máquina de Guerra” de la periodista y excandidata a la Gobernación del Cesar, Katya Ospino. Banquez asumió con seriedad su proceso y se propuso estudiar en Valledupar; actualmente es un abogado graduado de la Universidad UDES especialista en derecho laboral.

Salvatore Mancuso, a quien llaman sus amigos “el Mono”, fue una de las caras visibles de las AUC con los hermanos Castaño, poseedor de los secretos más tenebrosos escondidos en esos años de expansión paramilitar a mediados de los 90 e inicios del 2000, pero confiado como varios de sus compañeros en el cumplimiento del acuerdo que firmaron, fueron entregados a la justicia de EE. UU., allá Mancuso pagó más años de los que le correspondía en Justicia y Paz, pero a los gringos les interesaba condenar al exparamilitar colombiano por conspiración para el envío de coca y no la verdad sobre el conflicto colombiano y los promotores de toda esa barbarie. Por eso muchos celebraban el silencio en suelo norteamericano de quien fue uno de los más temidos jefes paramilitares en este país.

Poco a poco Mancuso dio señales de entrar a la justicia transicional y ante la JEP, fue revelando datos que exponía a varias personalidades y su cercanía con el paramilitarismo, en varias ocasiones sintió Mancuso el rigor de la exigencia de hablar con honestidad, allí estaba la clave de su libertad y lo ha comprendido, eso es lo que lo tiene libre hoy y su compromiso de continuar aportando información de esa historia negra pero también la de contribuir con hechos a la reparación de sus víctimas y además a la construcción de caminos de paz y por eso fue designado como agente de paz, sólo el tiempo dará la razón si fue una buena decisión, pero no podemos cerrarle la puerta a ese intento de buscar alternativas para acabar con la violencia, Mancuso tiene en sus manos la posibilidad de ser un protagonista de la Paz en Colombia.

Ahora, cosa distinta lo que ha ocurrido con Luciano Marín Arango, en el conflicto conocido como “Iván Márquez”, ha participado en varios intentos de paz con las FARC, aquel que no queremos recordar desarrollado en el Caguán donde ese grupo guerrillero se burló de los colombianos y en el proceso de Juan Manuel Santos, este con resultados positivos que no se pueden desconocer, pero Márquez siempre se mofó del proceso al lado de su amigo Jesús Santrich y terminaron enredados en sospechosos movimientos en el negocio de la droga y patearon la mesa regresando al monte a fundar la “Segunda Marquetalia” dejando claro su rechazo al acuerdo y apareciendo como una disidencia que se agrupaba con nuevos mandos y decididos a mantener la guerra. Pero a los veteranos de las FARC como Márquez, Santrich, Romaña y Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa, les fallaron los cálculos, porque los nuevos jefes liderados por “Iván Mordisco” no compartirían su poder con los viejos camaradas, conllevando esto a la muerte de todos ellos y un feroz atentado contra “Iván Márquez” dejándolo sin una mano y con el rostro visiblemente afectado.

Márquez no busca la paz, busca protegerse de sus nuevos enemigos, esos que están organizados en las disidencias que pretendió liderar, es por ello que no genera confianza, no representa el anhelo de paz de los colombianos; al menos Salvatore Mancuso con un tono reposado da pasos buscando la reconciliación, ese debe ser el camino después de concluir un diálogo para la paz sin traicionar los deseos de una Nación.

Carlos Andrés Añez Maestre

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