Diecinueve departamentos de Colombia, entre ellos el Cesar, tienen nuevos comandantes en la Policía Nacional. Llegan después de un remezón que hizo la Dirección Nacional para buscar mayor efectividad de la institución en su lucha contra las bandas criminales –bacrim- y las diferentes modalidades de delitos que tienen a las ciudades sumidas en la inseguridad.
En el caso del Cesar y La Guajira a sus respectivos comandantes les espera un trabajo bastante difícil: Ganarse la confianza de la comunidad, un problema de tres cabezas debido a que sin el apoyo y colaboración de la población, su trabajo sería ineficiente e ineficaz. La desconfianza, apatía e incredulidad de la gente no es fortuita.
Por lo menos en el Cesar, más exactamente en Valledupar, en el día a día ocurren casos que por más que sean denunciados, no se solucionan, por el contrario se arraigan más. Por eso no es atractivo para el ciudadano denunciar el hurto de un celular o el atraco a mano armado de que son víctimas en cualquier lugar de la ciudad. La Encuesta de Percepción Ciudadana 2012 del Programa ‘Valledupar Cómo Vamos’ evidenció que el 40% de los vallenatos no se sienten seguros en la ciudad, cifra que seguramente subirá en los resultados de la misma Encuesta 2013.
De todas maneras, el optimismo por una ciudad y un departamento seguro no se pierde, y por el contrario, se espera una mayor eficacia en las acciones de los agentes de la Policía, desde todas sus especialidades.
Del nuevo Comandante se espera mano dura para combatir el contrabando de la gasolina, hacer efectivo el desmantelamiento de las bandas organizadas del crimen, que tanto daño le hacen a la economía local –extorsiones y ‘vacunas’-, que despliegue mayor presencia de sus uniformados en las calles de la ciudad no sólo para brindar seguridad, sino también para ganarse la confianza perdida.
Del nuevo Comandante se espera que ponga orden en la casa y que haga cumplir el Manual de Convivencia de la Policía para que haya zonas libres de ruido y reine la tolerancia entre vecinos. En los barrios como Los Fundadores, Primero de Mayo, La Nevada, Divino Niño, Villa del Rosario, Siete de Agosto, Sabanas del Valle –alrededor de la Universidad Popular del Cesar, y la avenida Simón Bolívar en toda su extensión, entre otros, abundan los negocios, unos visibles y otros camuflados, donde expenden licor, y atraen a sus clientes con música a alto volumen que supera los 60 decibeles permitidos por la ley, acabando con la tranquilidad de sus vecinos. Muchos de estos negocios, ni siquiera tienen identificación, que hasta sus agentes pasan y no se dan cuenta de lo que funciona dentro de las casas, incluso funcionan a menos de 20 metros de Instituciones Educativas.
¿Qué hay detrás de estos negocios: prostitución, drogas, armas? Comandante haga un esfuerzo para que en su periodo en el Cesar la intolerancia que ya ha tocado fondo, no deje víctimas que lamentar, como ya ha sucedido en dichos sectores de Valledupar y en otras ciudades colombianas. ¡Bienvenido al Cesar!