El 11 de agosto de 2011, el maestro German Piedrahita, autor del mural que ya no está en la plaza Alfonso López, y columnista nuestro, expresó su opinión a través del artículo: ‘Ejemplarizante, Chimichagua y homenaje’, una columna sentida y con aspectos vivenciales y también objetivos sobre uno de los municipios más queridos de la costa y maltratado como si no lo fuera. En esta columna, Piedrahita se lamentaba del estado ruinoso de algunos de los lugares más representativos de este municipio del Cesar.
Vale muchísimo la pena resaltar esas líneas que hoy, aunque con algunos cambios en su entorno, cobran tanta vigencia por el estado de uno de los sitios llamados a ser epicentro del turismo colombiano.
“La primera vez que llegué a Chimichagua y a su puerto fue hace 17 años, y mi dolor de ayer es el estado lamentable del lugar. Peor que la primera vez, sucio, feo, con los kioscos milenarios igual de ruinosos y con la desolación a cuestas. La belleza de la ciénaga es empañada por ese tercermundismo folclórico de nuestra miseria humana. No hay derecho señores alcaldes, candidatos actuales y toda la ciudadanía, a la desidia de no arreglar la mejor entrada de su casa. La Ciénaga debe ser el mejor recurso turístico del país y el principal camino económico de Chimichagua y el Cesar”.
Chimichagua, con algunas mejoras en infraestructura vial y un muelle flotante que cambió un poco el aspecto de su zona turística, sigue a la espera de que se le desarrolle como merece. El potencial turístico y pesquero de este territorio es un aspecto gritado a los cuatro vientos pero pasan los años y no ocurre lo que todos esperan.
Hoy el municipio pasa por un momento tenso. Es el Consejo Nacional Electoral y no el pueblo el que decidirá quién será su alcalde o alcaldesa en el periodo 2020 – 2023. La diferencia de 38 votos, que da para muchas lecturas de la conducta política de sus ciudadanos, no nos quita el derecho a lamentar que de 24.751 ciudadanos habilitados solo votaron 15.354, una tendencia nacional de la que no se escapa el Cesar.
Son tantos los aspectos por los cuales podríamos concluir sobre la lamentable situación de este municipio: un pasivo de más de $30 mil millones y con posibilidades de transitar a la Ley 550, la difícil situación laboral y ambiental de sus comunidades pescadoras y campesinas, coyunturas que hace apenas algunos días registramos en nuestras páginas.
Al próximo alcalde o alcaldesa de Chimichagua le invitamos a entregar cuerpo y alma, 24/7, a este municipio con incalculable potencial económico pero por el contrario sumido en una potencial quiebra.
Es hora de planificar con enormes capacidades técnicas y políticas, de hacerse acompañar del Gobierno nacional y sus asesores sobre la viabilidad financiera, los proyectos económicos aterrizados, de corto y mediano plazo, que enciendan la máquina del progreso de este municipio, pero con las manos de su gente.
Y que los cálculos politiqueros, la burocracia, el clientelismo y la negligencia no se posen sobre los destinos de Chimichagua en el periodo que viene. Eso es lo que se necesita.