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Lo público, casi una tragedia

Sin duda la ley es el primer instrumento de poder de que se vale el Estado para encausar la conducta del ciudadano al cumplimiento de deberes (Deber ser), sin embargo en una sociedad como la nuestra, con un alto índice de degradación y pérdida de valores (morales, culturales, religiosos etc), la sola ley no es suficiente para moldear y someter el comportamiento de las personas hacia una cultura ciudadana de respeto de lo público; muy a pesar de que las normas jurídicas tienen implícita coerción y hasta sanción. Así vemos que al tiempo que se lideran algunas acciones creadoras de espacios y escenarios públicos (parques, bibliotecas, centros deportivos, amoblamiento urbano etc), aparecen grupos de vándalos encargados de destruirlos. A decir verdad, lo público se ha convertido casi en una tragedia para los gobiernos locales, pues ha perdido nuestro respeto, bajo el entendido que lo que es público no es de nadie, cuando es todo lo contrario; “lo público nos pertenece a todos”. Pues hay que entender que lo público, obedece a la necesidad social de crear una dimensión colectiva y sistémica que le da garantía al individuo de tener espacios colectivos propios, para usar, disfrutar y recrearse y que nunca va a garantizar el estamento privado. En palabras del profesor Mexicano Ricardo Uvalle, lo público es un sistema de vida, es un espacio de interacción, cooperación e interdependencia. Por ello, creo que los gobiernos Municipales y Distritales, deben insistir en consolidar una cultura ciudadana de lo público, enmarcada sobre todo, en el respeto, la tolerancia, la participación y la solidaridad, vale decir, sin olvidar la canasta social de prioridades que demanda la comunidad (Atención en salud, educación, vivienda, agua potable etc), es una necesidad enseñar o instruir al ciudadano en reglas de convivencia formales y urbanas que lo acerquen más a lo público; ello sin duda mejoraría la vida colectiva e individual de una sociedad. En palabras del Profesor Mockus seria acercar ley, moral y cultura. Sería algo como enseñarles a los ciudadanos sobre principios básicos de convivencia que les ayude a pensar y deliberar de otra manera, a partir de reglas éticas que los lleven apropiarse del significado del bien común; eso es enseñar a participar, eso es garantizar el libre desarrollo y ejercicio de los derechos y deberes de los ciudadanos en el marco de derecho a la ciudad; eso es hacer cumplir las normas urbanas, eso es construir cultura ciudadana. Como lo dijera el Profesor Fernando Guzmán Rodríguez, quien ha liderado el programa Amor por Bogotá, solo a partir de la cultura ciudadana se logran las transformaciones de carácter político y cultural a través de la promoción y adopción de creencias, ideas, valores, prácticas y costumbres compartidas socialmente que favorezcan la convivencia en sociedad, a través del fomento de dos principios de acción ciudadana: la corresponsabilidad y la autorregulación. Solo de esta manera, podremos logar metas colectivas como la comprensión y cumplimiento de normas para la convivencia ciudadana, la adopción de prácticas de resolución pacífica de conflictos, la participación ciudadana en los asuntos públicos, la apropiación y uso adecuado del espacio público, la protección y conservación de los recursos naturales, la prevención de riesgos y accidentes en función de la protección de la vida propia y de los demás. ¡Señores candidatos a la Alcaldía de Valledupar vamos a tomar apuntes de las buenas experiencias, para construir la ciudad que todos queremos ¡

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Carlos Guillermo Ramirez: