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Lo bueno, lo malo y lo feo de la economía en 2021 (II)

El empleo será el tema clave del 2022.

La minería hará parte de la recuperación económica.

Hemos revisado cifras y tendencias en materia de crecimiento (PIB), lucha contra la pobreza, generación de empleo, inflación, dólar; algunos indicadores de la economía del Cesar y Valledupar. 

En la primera parte comentamos los aspectos positivos, como el dinamismo de la reactivación en 2021, principalmente en los últimos meses. Están los riesgos de una mayor inflación, un dólar más caro y los riesgos políticos en el primer semestre de 2022, lo que frena un poco la inversión privada, nacional e internacional. 

Acá las cifras, tendencias y algunas conclusiones. Los lectores formarán su propia opinión. Hoy, publicamos una segunda parte: lo malo de la economía colombiana en 2021.  

LO MALO DE LA ECONOMÍA EN 2021 

En América Latina y en buena parte del mundo se reconocen los aspectos positivos de la economía colombiana: su estabilidad, su buen manejo, en términos generales, y –en 2021- ese buen crecimiento, aproximado al 9,5 o 10 por ciento.

Quizás, el mejor de la región y uno de los más destacados este año en el mundo. Lo malo del modelo económico colombiano, y así lo volvimos a ver este año, es que ese crecimiento no se traduce en mayores y mejores puestos de trabajo: es decir más empleo. Menos informalidad, y –a la larga- en una reducción de la pobreza y la marginalidad, que es lo que se espera. 

En efecto, durante la pandemia se perdieron aproximadamente seis millones de empleos. Aquello fue una catástrofe, de la cual apenas el país se está recuperando. 

En muchas calles de las principales ciudades aumentaron los avisos de se vende, se arrienda, se vende o se arrienda. Y aumentó la gente en las esquinas vendiendo cualquier cosa para sobrevivir. 

Se cerraron miles de pequeños negocios, que son la principal fuente de empleo en Colombia: las micro y medianas empresas. A pesar de las ayudas del Estado, algunas de las cuales llegaron a donde tenían que llegar, pero otras no.

Otras se perdieron por los caminos de la ineficiencia y la corrupción. (Este tema es objeto de investigación por parte de la Contraloría General de la República). 

A octubre de 2021, el DANE reportó una tasa de desempleo (a nivel nacional) cercana al 12 por ciento, del 11,8 por ciento, específicamente. Esto sin contar el subempleo, el rebusque y el desempleo abierto, que desde hace años caracteriza nuestro modelo económico. 

Ese desempleo abierto se ha incrementado, obviamente, por la llegada de cerca de dos millones de venezolanos, la gran mayoría de los cuales tienen bajo nivel educativo y poco entrenamiento para los oficios que el país requiere. 

El país cierra el año con cerca de 3 millones de personas en desempleo abierto y unas 11 millones de personas en la informalidad. Cerramos el año 2021 con una pobreza que afecta a más de 21 millones de colombianos. Y una indignante tasa de indigencia aproximada al 10 por ciento, es decir cerca de 5 millones de colombianos. (Ver diario El Tiempo, de diciembre 19. ‘Empleo y Salario mínimo’). 

El departamento del Cesar, según las cifras del Dane, es el tercero con mayor pobreza monetaria extrema en Colombia. Se estima que más del 24,8 por ciento de su población vive en la indigencia. 

Esto son más de 270 mil personas. (Sobre pobreza e indigencia en el Cesar resaltamos los estudios del Cesore, auspiciados por el PNUD, y reseñados por el diario EL PILÓN hace varias semanas). 

Será clave la formación de las personas en la tecnología.

SALARIO MÍNIMO E INFORMALIDAD LABORAL 

Hay que reconocer las buenas intenciones del Gobierno del presidente Iván Duque, de tratar de mantener la capacidad de compra del salario mínimo. En todos los años de su gobierno, el reajuste del mínimo ha estado un poco por encima de la tasa de inflación del año anterior. 

En principio esta es una política social sana, pero lo que es bueno para un grupo (asalariados del mínimo), no necesariamente es bueno para todos. (Un reajuste desmedido afecta a subempleados y desempleados). 

El reajuste del salario mínimo del 10,7 por ciento, con una inflación que estará cercana al 5,5 por ciento, según los cálculos del Banco de la República, puede ser una medida que, a la larga, le eche más leña al proceso inflacionario que está viviendo el mundo y –también- Colombia. 

Muchas empresas grandes y medianas pagan más del salario mínimo, pero otras, miles de pequeños negocios, no están en capacidad de pagar el salario mínimo mensual y tendrán que reducir un poco su planta de trabajadores y –los que puedan- transferirán ese aumento en los costos salariales a los bienes que producen o a los servicios que prestan. Lamentablemente, ello es así. 

En efecto, el Gobierno logró acordar en la Comisión de Concertación Salarial un salario mínimo de $1.000.000, a partir del 1 de enero de 2022. (A esto hay que adicionar el subsidio de transporte que se fijó en $117.000 pesos; pero al mínimo hay que agregarle un 50 o 60 por ciento más, por la carga prestacional que tiene, según la legislación laboral vigente). 

(Quiero aclarar que soy de los primeros que abogaría por una mejora salarial en Colombia, pero los mejores salarios no se logran por decreto, sino por aumentos en la productividad, y en la competitividad, nuestras empresas, principalmente las más pequeñas, que son la mayoría, a duras penas logran sobrevivir en un ambiente tan competido frente a los productos chinos y al problema del contrabando, entre otros factores). 

Uno de los retos del próximo año, es decir de 2022, será cuidar ese reajuste del salario mínimo, para evitar que el beneficio inicial se vaya por los cauces de la inflación. 

El Estado puede ayudar en el control de algunos precios y tarifas, como las de salud, educación y servicios públicos, principalmente, pero otras las fija la dura ley de oferta y demanda. (Al problema de la inflación, que se tenía bajo control, nos referiremos en otro de esta serie de informes).  

EMPRESARISMO, PRODUCTIVIDAD E IMPUESTOS 

Aunque suene de perogrullo, hay que repetirlo hasta el cansancio: los empleos los generan las empresas. Y las empresas se crean y funcionan con capital y ese capital se pone a trabajar cuando hay condiciones, reglas de juego claras y favorables a la inversión. Esto se hace con capital privado, nacional o extranjero. Muy poco con capital directamente del Estado.

Uno de los retos del próximo gobierno, gane quien gane el potro (o chicharrón), como se dice en Bogotá de la Presidencia de la República, será revisar la legislación y los estímulos para la creación de empresas en Colombia. (Sobre el tema recomiendo leer una entrevista hecha por la Revista Semana al banquero y constructor Luis C. Sarmiento A. Semana Ed. 2064). 

Quien asuma las riendas de gobernar a Colombia, a partir de agosto de 2022, tendrá que revisar los impuestos a las empresas en el país. Más temprano que tarde se tendrá que hacer una reforma tributaria, para volver a repartir y equilibrar las cargas de los impuestos. 

Lo que los expertos recomiendan es revisar y reducir los impuestos a las empresas y aumentar los impuestos a las personas más pudientes. Reiteramos, son las empresas las que generan empleo y es con empleo, más y mejores puestos de trabajo, como el país podrá reducir las tasas de pobreza y marginalidad que se dispararon como consecuencia de la pandemia. 

De la noche a la mañana, Colombia no puede suspender la explotación de petróleo, carbón y otro tipo de productos de la minería. Pero, sí debemos buscar diversificar nuestra producción y oferta exportable. 

Hacer realidad, luego de tantos diagnósticos y estudios, el cuento de la agroindustria; revisar el tema del sector turístico y de la economía naranja, tema bandera del actual gobierno, pero que, por distintas razones, poco pudo avanzar en esta administración. En el tema del turismo es mucho lo que Colombia debe aprender de México, Argentina, y hasta de República Dominicana. (Ver la Carta abierta a los precandidatos, firmada por un buen número de exministros de Hacienda y economistas a los aspirantes a suceder a Iván Duque.El Tiempo, diciembre 13 de 2021). 

El Cesar es uno de los departamentos que espera, además de los esfuerzos que se están haciendo desde la región distintos estamentos, políticas públicas desde la nación, apoyo económico, tecnología y capacitación, para mirar otros sectores distintos al carbón y a la ganadería extensiva. 

Cientos de cesarenses queremos ver realidad la ilusión de la agroindustria en nuestro país: nuevos cultivos, procesamiento de los mismos, apoyo real del Estado, con crédito de fomento, con más y mejores vías, con apoyo del Ministerio de Agricultura, del Sena, del Ministerio de Ciencia y Tecnología, para ayudar a Colombia a contar con nuevos sectores económicos, sectores más intensivos en generación de empleo y reducir, así, nuestras altas tasas de pobreza y marginalidad. (Ver el Informe sobre Competitividad Nacional, caso del Departamento del, que fue reseñado recientemente por el diario EL PILÓN). 

En una próxima entrega nos referiremos al comportamiento de algunos sectores económicos en el Cesar y Valledupar, con el apoyo de los gremios seccionales y la redacción del diario EL PILÓN desde Valledupar.  

*Archivo personal y cálculos de Carlos A. Maestre Maya. Periodista económico.

Por: Carlos A. Maestre

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