La semana pasada causó cierto revuelo en las redes sociales de los vallenatos fotos y videos de funcionarios y contratistas de la Alcaldía de Valledupar, y otras entidades del municipio, realizando actividades de ‘limpieza y embellecimiento’ en varios puntos clave de la ciudad tales como parques y glorietas.
Una iniciativa que, a mi juicio, tiene un propósito válido de ciudad que se constituye en una expresión de sentido de pertenencia y responsabilidad social. Sin embargo, surgieron comentarios de todo tipo, por un lado ciudadanos validadores, y por el otro, algunos en desacuerdo por distintas razones.
En la misma línea, para el próximo sábado 22 de abril, desde la alcaldía se convocó a la ciudadanía para que se vincule a una segunda jornada en diversos sectores de la ciudad.
En mi concepto, salvo que se trate de situaciones circunstanciales, como en efecto lo puede ser las vísperas de nuestro Festival de la Leyenda Vallenata, los funcionarios y contratistas del municipio, que sus funciones/obligaciones/competencias de servicio público no determinan de forma específica el desarrollo de este tipo de actividades, no deberían desarrollarlas.
En Valledupar debería existir -digo debería porque no se observa continuidad considerable en tal ejercicio de ciudad- un equipo encargado formalmente de gestionar la ciudad en tal sentido. Para esto no debemos buscar ni inventar fórmulas mágicas, basta con observar experiencias que han dado resultados positivos, por ejemplo, Barranquilla y su dependencia ‘Gerencia de ciudad’ adscrita al despacho del alcalde y que tiene como objetivo estratégico gestionar, planificar y fortalecer el crecimiento ordenado, equitativo y competitivo de la ciudad; la preservación del espacio público; acondicionamiento ambiental y, en general, hábitat urbano asociado al desarrollo integral.
Incluso, una dependencia estratégica que tenga a cargo estos temas, podría también jugar un rol fundamental en las áreas de cesión del municipio, que son aquellas aprobadas y señaladas en los planos de los distintos proyectos urbanísticos que se desarrollan en la ciudad (vías, zonas verdes, parques) y trabajar de manera transversal con las secretarías de planeación y gobierno lo concerniente a los inventarios de estos terrenos públicos, supervisar su entrega por parte de los responsables, y el problema de invasión y construcción indebida, ese misma que, según los primeros indicios, dieron pie para que criminales acabaran con la vida del líder comunal Alfonso Medina, del barrio Villa Haydith.
El ‘deber ser’ en este caso no es otro que la formalización de un cuerpo institucional que tenga a cargo la gerencia de la ciudad en líneas específicas como el mantenimiento de nuestros espacios públicos. No se trata meramente de ampliar la contratación, en la reorganización administrativa se puede encontrar un alternativa. Primordial que la gestión en este asunto concreto se convierta en una auténtica política de gobierno, innegociable y sostenible en el tiempo, respetada por todas las administraciones y la sociedad civil en general. Limpiemos y pongamos en orden la ciudad: ¡pero con gerencia estratégica! *Magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes. Twitter: @camilopintom.
Por Camilo Andrés Pinto Morón