En vista de que el ‘Clan del Golfo’ anda detrás del paro de pequeños mineros del bajo Cauca, el presidente Gustavo Petro en reunión urgente realizada el pasado 19 de marzo con gobernadores de esa región, ordenó a la Fuerza Pública a combatir contundentemente a esa ‘bacrim de exautodefensas’, por su falta de compromiso y voluntad para acogerse al sometimiento propuesto en el proyecto de paz total del nuevo gobierno.
Enseguida, el gobernador de Antioquia, secundado por otros gobernadores, a los cuales se les agregaron congresistas, alcaldes y su clientela, a todas luces antipetristas, comenzaron a hostigar despiadadamente al presidente de la República.
Sin ningún rubor ni pudor difundieron masivamente el vetusto y obsoleto escudo nacional, así lo describo porque su simbolismo no es representativo de nuestro país; además, su lema: Libertad y Orden. Aunque me apena, me atrevo a decir pública y enfáticamente, qué la mayoría (no escasa, sino inmensa) de los políticos colombianos nunca han tenido en cuenta el lema del escudo patrio, que en nuestro país lo ignoramos y menospreciamos.
Para colmo de tan inclemente hostigamiento, a la vez, esos políticos revanchistas enviaron mensajes alusivos al susodicho lema, tales como: “Los grupos al margen de la ley tienen que saber que aquí la Constitución se defiende” / “Un país con libertad, pero un país en orden”. Con la deliberada intención de incendiar patriotismo, por no decir fanatismo patriotero, cualidad muy típica de la gente irreconciliable por diversas conveniencias y complicidades mutuas non sanctas. Lo más grave es que, continuamente, fomentan el ‘libertinaje y el desorden’ que ha llevado a nuestro país a tan interminable situación.
Por la censura ecuánime, los promotores de este matoneo masivo contra el presidente Petro recurrieron al argumento de que es un llamado de atención al ‘Clan del Golfo’ para que desarraigue su comportamiento indeseable por los colombianos que anhelamos convivir en paz. Alegato que ni siquiera fue respaldado por la oposición irrazonable, ya que ha seguido más recalcitrante rechazando las reformas planteadas por el actual presidente, que ponen en riesgo sus grandes lucros, por ende, no cesan el exterminio de los líderes sociales que luchan con denuedo en procura del bienestar colectivo.
Si bien es cierto que el presidente Gustavo Petro ha demostrado estar ampliamente preparado para sortear las hostilidades, no solo las de sus antagonistas ideológicos, sino las de su misma hueste o las de cualquier ámbito político y gubernativo, como las provenientes de la fiscalía, la procuraduría y jefes de partidos políticos inconformes, también las fustigaciones externas, especialmente de Estados Unidos, país que tiene muchos grandes intereses que defender en Colombia.
Lo otro innegable es el altísimo peligro representado por la ultraderecha, enemigos acérrimos que profesan odio visceral contra Gustavo Petro Urrego, talentoso y curtido político de izquierda que los derrotó en franca lid democrática y, por ende, es el presidente de Colombia, gracias al Pacto Histórico que hábilmente logró aglomerar, debido a que el pueblo colombiano se cansó del abuso de quienes gobernaron a nuestro país por más de 200 años consecutivos, acumulando riquezas provenientes principalmente del erario o de cualquier parte, las más expeditas son la corrupción y el narcotráfico.
Es cierto que llegó el cambio, pero no total por la falta de mayoría en el Congreso Nacional, donde la ultraderecha conserva alta cuota de poder, con la cual está dispuesta a torpedear la gobernabilidad del nuevo gobierno con ideología antagónica. El próximo 7 de abril cumplirá 8 meses el gobierno del presidente Petro y todavía el Congreso no le ha aprobado el Plan Nacional de Desarrollo. La reforma política ya fue retirada porque su fundamento esencial fue mutilado en el Congreso, lo mismo está ocurriendo con la reforma al sistema de salud, también a la reforma laboral, asimismo será con la reforma pensional, a pesar de los elogios de 180 economistas de diferentes países y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Si el propósito es derrocar al presidente Petro, no quiero pensar qué le harán a la vicepresidente Francia Márquez, que la ultraderecha ni siquiera tolera verla en las fotografías de los periódicos, mucho menos en televisión. Que Dios nos ampare, si no: “Nos va a llevá Mandinga”.
Por José Romero Churio