No sé cómo pude llegar a este punto; pero ya no quiero vivir más. Para que entiendan contaré desde el principio.
Tenía 7 años, estaba en mi habitación; cuando escuché la puerta: la abrí sin imaginar lo que pasaría. Era mi abuelo, me pidió que jugáramos, pero ¡es un secreto! —dijo—.
Enseguida sentí sus manos sobre mí, intenté gritar, pero su amenaza me llenó de temor; esto, marcó mi vida.
Hoy tengo 14, soy una chica tímida y callada, sufro bullying y soporto el maltrato que recibo sin poder hacer nada al respecto, porque me siento vulnerable.
Mi mente es un caos, los recuerdos del pasado siempre están dando vuelta en mi cabeza. Mi profesora dice: “La gente siempre te hará daño alguna vez y el dolor forma parte de la vida; lo importante es que tú sepas quién lo hace sin querer y quién lo hace sin quererte”. Estas palabras resuenan una y otra vez.
Me encontraba agobiada por el dolor, sentía que nadie me quería, mis “amigas” me utilizaban, mi madre nunca me creyó y de mi padre, ni que hablar; quería encontrar la forma de sentirme bien, así solo fuese conmigo misma.
Mi amiga Danne me invitó a una fiesta, será divertido —me dijo—. Me sentí un poco extraña por su invitación, pero no le di vueltas al asunto y acepté; solo quería despejar la mente de mis problemas y pensé que sería una buena alternativa.
A las ocho de la noche salimos a la fiesta, allí estaba Jackson de la escuela; pensé que iba a hostigarme como normalmente lo hacía; pero ni siquiera me notó.
Bebí moderadamente, pues no quería excederme, pasé por la barra explorando el lugar y algo llamó mi atención; un polvo blanco extraño.
¿Quieres probar? —me dijo— “es uno de esos que te enloquece y transporta al sueño maravilla.
Estas palabras me dejaron hipnotizada, así que accedí a probar, no sé qué ocurría, solo sé que mi alma se encontraba en un estado de inmensa tranquilidad del que no quería salir; fue un momento excelso de paz, ese polvo era realmente mágico.
Al día siguiente fue un día muy extraño, estaba en la escuela y Jackson se acercó, pensé que buscaba fastidiarme, pero para mi enorme sorpresa me habló:
—Sabes, ayer te vi en la fiesta, estabas hermosa, sé que tienes motivos para no confiar en mí, pero debes dejar de consumir ¡eso no te hace bien!
—Sabes, nunca me sentí tan bien en toda mi miserable vida, solo he sido despreciada; mi vida está llena de desgracias, así que no puedes decirme que “está mal”.
Rompí a llorar y lo último que recuerdo fue que entré al baño y me sumergí en esa magnífica ilusión.
Cada vez se vuelve más una necesidad, pronto lo que parecía ser espléndido se ha vuelto un problema más.
Todo es abrumador, creo que alguien como yo, no hará falta a este mundo, no sé cómo pude llegar a este punto, pero ya no quiero vivir…
POR: Indridit Milet Jiménez – GRADO 7-01. CATEGORÍA 6-8.
Pesadillas
¡Aaaaaaaahhhhh! escucho gente, que gritan ángel, ángel, maten al ángel, mátenlo; cae una lágrima en mi mejilla de una chica sollozando de ojos grises, de cabello blanco ondulado, me dice sonriendo: este es nuestro adiós hijo mío, de la cual una luz cegadora llena el lugar.
Despierto al escuchar ruidos al otro lado de la puerta, me levanto silenciosamente recogiendo mis cosas dentro del bolso, así colocándolo en mi espaldar, el ruido ha cesado, me acerco a la puerta abriéndola, me asomo intentando ver que hay en el pasillo de este edificio en ruinas, noto a una pesadilla de dos metros de altura, que posee largas garras afiladas, en el cual sus ojos amarillentos emanan por sí solos unas llamas que me han paralizado, como si estuviera observando a la misma muerte, siento cómo mi ritmo cardiaco aumenta, es aquel miedo a morir que me ata a mi mortalidad, volviendo de mi pánico mis músculos se retraen esperando el momento más adecuado para huir, doy pasos hacia atrás a un baño el cual se ha desmoronado a través del tiempo o quizás por una guerra, al entrar noto que ya es de día, en el cual las nubes son la puerta de los cielos donde hemos sido privados de la entrada a aquel reino, más ahora somos presos de revivir como aquellos seres, a los que llamamos pesadillas.
Noto que hay una bajada de este cuarto piso al pavimento, bajando tropiezo con unas rocas las cuales me hacen caer llevándome así hasta el pavimento, levantándome empiezo a correr esperando no haber sido escuchado, logro esconderme detrás de un muro, que me cubre de aquel ser que en su salida ha destruido partes del edificio, anhelando no haber sido visto, después de unos segundos me siento aliviado por no haber sido notado cuando de repente empiezo a sentir escalofríos y de un momento a otro soy tomado por la pesadilla, donde sus garras traspasan mi piel junto con algunos órganos, veo mi fin donde este ser abre su boca llena de colmillos afilados; percibo cómo de mí empieza a emanar una luz, la cual ha tomado la vida de aquel ser, curando mis heridas en el proceso.
Regreso a la cabaña donde observo en el espejo cómo mi cabello se ha tornado gris junto con mi ojo izquierdo, a la vez que mi ojo derecho sigue siendo de color avellana.
Esta cabaña le perteneció a mi abuelo el cual ha fallecido hace unos meses atrás dejándome así un pequeño libro que se titula Malaika, en el cual la protagonista tiene semejanza a la chica de mi sueño; busco respuestas en el cuarto de mi abuelo notando en un cajón una carta en la cual se ve mi nombre en ella, la cual me indica que debo abrirla al haber abandonado la cabaña y buscado a Malaika, empaco lo necesario para aquel viaje que he de realizar; detrás de la carta dice ir al norte de Rusia, pienso ¿quién eres Malaika?
POR: Jesús Manuel Salcedo Mora – GRADO 11-01. CATEGORÍA 9-11.