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Lecciones de la Séptima Papeleta

Un grupo de jóvenes estudiantes universitarios, inquietos y propositivos, lideraron la propuesta de la Séptima Papeleta surgida con ocasión de las elecciones territoriales del 11 de marzo de 1990. La propuesta tuvo por objeto solicitar una reforma constitucional mediante la convocatoria de Asamblea Constituyente. La Corte Suprema reconoció y validó la voluntad popular, decisión que determinó el origen de la Constitución de 1991.

La Constitución Política de 1991 marcó un hito en la historia constitucional colombiana, fue un hecho político comisionado para hacer cambios en el ordenamiento jurídico y transformaciones importantes para la nación, con un objetivo principal, libertarla de la corrupción política y administrativa. Luego de dos décadas y media la Constitución ha sufrido mutaciones naturales, pero los valores y principios que la sustentan han sido alterados afectando la arquitectura de los contrapesos. Tampoco hemos logrado la paz y también ha faltado coherencia y funcionamiento genuino de la institucionalidad.

“Cada generación debe actuar tan libre como todas las generaciones en todos los casos han actuado. El hombre no tiene propiedad sobre el hombre, como tampoco ninguna generación tiene propiedad sobre las generaciones que le siguen”, Thomas Paine. Con esta reflexión pretendo enviar un mensaje a la juventud colombiana, esta población representa el futuro y el presente de la sociedad. Aunque las tendencias indican que hacia el año 2020 Colombia dejará de ser un país joven, no es óbice para desentenderse de las necesidades que demanda la nación.

El grupo de la Séptima Papeleta dejó muchas lecciones y legado inmarchitable, pero no pudieron liberar al país de la corrupción administrativa y política, tampoco vieron materializada la paz. El colombiano por naturaleza es propositivo y preocupado por hacer su trabajo de manera significativa. Esas características son innatas en los Millennials, en esta población está el encare del país del pos acuerdo con las Farc. El primer paso lo vienen dando, desenmascarando con argumentos la desinformación en torno a los acuerdos del Proceso de Paz.

El nuestro es un país que se construye lentamente, el próximo dos de octubre estaremos poniendo otro ladrillo a la edificación que arrancó en 1810. Los jóvenes de Colombia no pueden ser indiferentes con el compromiso del Plebiscito. La generación millennials en el país suman 12 millones, los aptos para ejercer el derecho al voto deben ser los primeros en las urnas. El 13 por ciento fue el umbral fijado para la aprobación del Plebiscito, esta cifra es muy pequeña si se trata de tomar partido en la gestión del país del pos acuerdo, asimismo, para enviar un mensaje contundente a nuestra clase dirigente, la mejor manera de hacerlo es duplicando o triplicando el umbral de participación.

La finalización del conflicto con las Farc no es la paz definitiva, pero es una decisión viable para construirla. Los jóvenes de la Séptima Papeleta pusieron el listón arriba logrando un cambio constitucional. Pese a los intereses, contradicciones de los opositores del fin del conflicto con las Farc y su publicidad engañosa, los millennials no pueden ser inferiores al desafío, hay que continuar el proceso de construir nación, sociedad, y paz estable y duradera. Ha sido un derecho muchas veces vulnerado.

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