Por Imelda Daza Cotes
Ha partido uno de los grandes del arte musical colombiano. Un hombre singular, que con habilidad excepcional convirtió en poesía su cotidianidad e hizo de la adversidad su gran oportunidad. Sus poemas despertaron sublimes sentimientos y llenaron de alegría y entusiasmo los pueblos del Cesar y La Guajira donde transcurrió su larga y prolífica existencia. Con especial gratitud lo recordamos los manaureros de nacimiento y villanueveros por adopción, que tuvimos el privilegio de conocer al maestro desde su juventud.
Digno de destacar en este gran compositor fue su capacidad para sumar al talento artístico una notoria sensibilidad social que expresó en muchos cantos en los cuales con admirable melodía denunció problemas sociales y manifestó su inconformidad con una realidad social que lo conmovía. Fue un hombre solidario con su pueblo y asumió posiciones políticas que reflejaban una clara conciencia social. Del paseo SOY:“Yo soy el hombre que ha perdido el miedo para decirle a los de arriba lo que son/ de fiesta en fiesta mantienen al pueblo para que nunca estalle la Revolución/. Aquí en Colombia todo lo bueno está planeado pa’ los de arriba/ mientras que el pueblo sigue viviendo sin pan, sin techo y sin medicina”.
En épocas de movilizaciones campesinas en el Cesar, comprometió su opinión a favor de los pobres. En entrevista al semanario VOZ –junio 1987-, expresó: “..los campesinos empiezan a tener ya conciencia de su propio dolor”. “Desde hace mucho tiempo he venido pensando en estas cosas de que el pueblo ha sufrido mucho y como yo ando por los pueblos oigo las quejas. Yo no miro, pero escucho y capto. Se nota la inconformidad, pero antes era muda, no hablaba. Ahora la gente no calla y busca una salida…” y a propósito del genocidio contra la Unión Patriótica dijo: “…a la Unión Patriótica le han matado unos cuantos, pero es porque busca con el pueblo que haya cambios y los que están mandando no quieren aceptar. La violencia se debe a eso, a la disparidad social. Es que este es un país tan disparejo como los dedos de la mano..”
También fue crítico de fenómenos sociales como el arribismo y el culto a las apariencias, a los cuales dedicó simpáticos versos en su canción “Yo comprendo”. Inconforme ante el plagio de canciones expresó su sentir en los versos de “Los piratas” y con gracia, censuró la comercialización del folclor en ”El bozal”.
En la distancia las nostalgias se crecen. Por eso el adiós al gran Leandro Díaz duele más desde mi lejanía. Mientras lo lamento, escucho: “A mí no me consuela nadie”, “Cultivo de Penas”, ”La muerte de Morales”, ”Mi pueblo” y la inmortal “Matilde Lina”.