Para que las nuevas generaciones del municipio de San Diego conozcan una de las tradiciones de antaño de esta población del Cesar, como lo son las tinajeras aguateras, las mujeres que llevaban el agua en tinajas desde los puertos del río Chiríamo a cada uno de sus hogares, un grupo de sandieganos propone la creación del vestido típico y un desfile folclórico que exalte el tradicional oficio.
Esta iniciativa es abanderada por la matrona Cira María Oñate de Muñoz, quien lleva siete años con la inquietud de perpetuar a las tinajeras aguateras. Para cristalizar esta idea tocó las puertas de la alcaldesa de San Diego, Elvia Milena SanJuan Dávila, quien le dio aval para hacer lo pertinente. La iniciativa también cuenta con el apoyo del folclorista Carlos Calderón, quien llegó con ideas novedosas para hacer de esta tradición el motivo de una celebración.
Un abrebocas de la propuesta fue mostrado el pasado 18 de junio en San Diego, en el marco de las fiestas patronales de la virgen del Perpetuo Socorro, cuando Oñate de Muñoz lució el vestido típico de las tinajeras aguateras en un colorido y llamativo show musical.
“Ella iba metida en una nube de cortinas, en medio de una plataforma rodante. Hubo un momento en que se empezaron a abrir las cortinas y es cuando ella salió con su vestido estampado en flores de amplia falda”, explicó Calderón.
Cada parte de este atuendo tiene su significado particular, según explicó el folclorista.
“El escote es tipo bandeja, pues era el único permitido en la época; la arandela en la parte de arriba era para disimular el nacimiento del busto porque cuando las niñas se estaban formando eran muy penosas, por lo que las mamás optaron por tapar esta parte del cuerpo; y el delantal, era donde guardaban los fósforos para pender la vela o el fogón, la plata o los cigarrillos para las mujeres que fumaban.
La falda es amplia y larga, utilizando de 40 a 50 metros de tela, con tres sayas o divisiones, en remembranza de que anteriormente las telas eran muy baratas, puesto que por esta zona era que pasaban las telas a la Costa. Entraban por La Guajira y por acá atravesaban hasta la hacienda Las Cabeza, en el Paso Cesar, donde las llevaban por El Magdalena hasta Barranquilla”, acotó.
Cabe resaltar que el anteproyecto, propuesto por la concejal Mery Luz Araújo, ya está listo para pasarlo al Concejo Municipal de San Diego, para institucionalizar el vestido típico de la mujer tinajera y no se usen otros atuendos diferentes a los de esta región del Cesar en las celebraciones del municipio.
Por otra parte, la Alcaldía de San Diego con el apoyo del Ministerio de Cultura pretende incluir en el carnaval de San Diego, que se realiza desde el 20 de enero hasta mediados de febrero, el desfile tradicional de la mujer tinajera aguatera ‘Cira María Oñate Muñoz’, que tendría 25 comparsas con trajes tradicionales de los 25 barrios del municipio, donde se estipulará como reglamento que la mujer sandiegana porte el atuendo anteriormente descrito en fantasía, y el hombre que la acompañe esté vestido de liquiliqui, conformado por una chaqueta de cuello cerrado y un pantalón del mismo color, que llevará plasmado pinturas de instrumentos de vientos.
“La idea es atraer turismo para la temporada de carnaval hacia San Diego porque aquí los carnavales son divinos. La idea es hacer una reunión con las 25 Juntas de Acción Comunal y preparar a la gente para que se vincule a un un desfile en cuatro modalidades: infantil, juvenil, adulto y adulto mayor, con diferentes comparsas al estilo del desfile de Piloneras en Valledupar, donde cada comparsa porte el mismo modelo del vestido con sus tinajas, pero en diferentes colores y estampados, lo cual activaría la economía en la zona con los que hacen tinaja en Guacoche, los diseñadores, los que hace carrozas, entre otros sectores”, subrayó la presidenta del Comité de las Tinajeras Aguateras, Leomary Murgas Muñoz.
Este recorrido sería ambientado por instrumentos de vientos como saxofón, tuba, flauta, acordeón, clarinete, trompeta, trombón, entre otros.
La tradición
De acuerdo con Cira María Oñate de Muñoz, las tinajeras aguateras eran las mujeres de antaño que recogían agua cuando no había acueducto y salían a recoger el preciado líquido en las diferentes acequias que pasaban por el municipio con tinajas en sus cabezas, costumbre que desapareció cuando aparecieron aparatos tecnológicos como neveras.
En medio de su oficio solían tararear ‘El amor, amor’, cuyo coro principal dice: “Este es el amor, amor, el amor que me divierte. Cuando estoy en la parranda no me acuerdo de la muerte…”. “Era un estribillo que se cantaba con alegría. Con mis compañeras de infancia salíamos en las madrugadas a cantar tocando las palmas, bailando, en medio de una recocha sana, despertando a los vecinos, que solían unirse”, comentó.
La vecina que más recuerda Oñate de Muñoz es a Margarita Rosado, quien fue tinajera aguatera por mucho tiempo; ella transportaba el agua desde el puerto llamado ‘Mariana Padilla’ hasta su casa, un líquido puro, filtrada y servido con mucho amor. “Ella se ganaba su sustento diario llevando agua a las personas que la necesitaban”, detalló.
Para Gloria Muñoz, esta tradición se remonta a orígenes bíblicos cuando los samaritanos y los judíos no se gustaban. Jesús se encontró con la mujer samaritana y le pidió agua, que fue tomada del pozo y le calmó la sed al hijo de Dios.
“Yo soy capaz de decir por ser mujer que somos formadoras de vida; somos capaces de calmar la sed de todos los sandieganos, que están urgidos en el contexto de la familia de que surjan los valores; estas mujeres van a rememorar el oficio de las tinajeras aguateras, que van a ser exaltadas por ser madrugadoras, generosas, llenas de alegría y de dar amor, que dan agua pura que calma la sed”, subrayó.
La matrona que personifica la tradición
Cira María Oñate de Muñoz, a sus 80 años de edad, conserva una alegría rebosante, el entusiasmo por la vida y el deseo de ayudar a los semejantes, que hacen que sus palabras y acciones sean ejemplo para sus paisanos, es por ello que se ha convertido en un personaje muy querido por los sandieganos.
Es hija por línea paterna de Isaac Oñate Calderón y nieta del inmigrante español Juan Bautista de Oñate; y por línea materna de María Daza Muñoz y nieta de Joaquín Muñoz, también inmigrante de la provincia Las Margaritas, del municipio de Mompox, que llegó a estas tierras siendo soldado del ejército colombiano, con la misión de dar final a la guerra de los mil días que culminó en la vereda El Desastre del municipio de San Diego.
Ella hereda de parte de su mamá el carácter trabajador, ya que fue dedicada a hacer panochas, queques, merengues, biscochos y dulces para el sustento de sus hijos. Para el año de 1955 se casa con Efraín Muñoz Garrido, a la edad de 18 años, cuya unión dejó ocho hijos: seis que concibió y dos que crió.
Pasado un tiempo para el año 1.970 es invitada a conformar parte del grupo de damas voluntarias AVHOS (Asociación Colombiana de Voluntariado Hospitalario y de Salud) o más conocidas como Damas Rosadas, tocando el corazón de muchas mujeres sandieganas que se agruparon para asistir a los enfermos que acudían al puesto de salud. Pese a tener pocos recursos estas damas realizaron grandes actividades con médicos como Manuel Martínez Zuleta y Gustavo Sandoval. Se necesitaron 25 años para que fueran escuchadas las solicitudes reiteradas del cuerpo médicos, autoridades políticas y comunitarias para que se determinara el momento de construir esta sede como el Hospital El Socorro, en el año 1.995.
El espíritu altruista de Cira acompañó a este grupo, que se convierte en uno de los grupos más sobresalientes del Cesar por sus valores éticos y serviles. Hoy a sus 80 años es jardinera, cocinera, madre, abuela y buena hermana comunitaria en la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Ella fue la que inició la reactivación del Grupo de Damas Voluntarias y desde este escenario está esperando el desarrollo de un programa llamado ‘Recuperando la Familia y sus Tradiciones’, ya que considera a la familia como núcleo principal de la sociedad sandiegana que merece ponderar sus valores.
Datos sobre San Diego
El municipio de San Diego está situado en el nordeste del país en el departamento del Cesar. La cabecera del municipio está situada a 20 kilómetros cúbicos de Valledupar, y hace parte del área metropolitana de la ciudad.
El área municipal es de 614 kilómetros cuadrados con una población de 18.500 habitantes; limita por el norte con Valledupar y La Paz, por el este y el Sur con La Paz, y por el oeste con Valledupar. Hacen parte del municipio los corregimientos de: Media Luna, Tocaimo, El Rincón, Los Tupes, Las Pitillas, Los Brasiles y Nuevas Flores.
El territorio municipal es en su mayoría plano y hacia el este presenta terreno ondulado con alturas que alcanzan los 500 metros sobre el nivel del mar, las cuales corresponden a las estribaciones de la serranía de los Motilones o Perijá.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN
“Me siento muy feliz por la exaltación que me hará el municipio el próximo año y por el cariño de la gente. Yo tengo muchas comadres, ahijados y gente que me visita, a la que me gusta servir porque me nace del corazón”: Cira María Oñate de Muñoz.