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Las sentidas despedidas

“El que trabajo bastante se lleva la tristeza y el guayabo”. Antecede el presente escrito el aparte correspondiente de la canción titulada ‘La caja negra’ de la autoría de Rafael Valencia que fue grabada por Luis Enrique Martínez, también por Enrique Díaz, que es la versión más conocida y por Poncho Zuleta con el Chiche Martínez, quienes la incluyeron en el LP ‘Mira mi Dios’ en el año 1991, tema musical que hemos recordado a propósito de la sucesivas despedidas para siempre de gente cara a nuestros afectos que por decisión de Dios ya disfrutan de la verdadera vida.

Mientras asistía a los actos litúrgicos para dar el último adiós, primero a mi Tía Negra el cuatro de abril reciente pasado y a mi amiga de invierno y de verano Eloísa Martínez, entendimos el sentido y la filosofía de las palabras de mi vieja cuando decía que “el que se va, estará siempre mejor que el se queda”, esto para significar que mientras las personas de nuestros afectos se encuentran ya disfrutando las maravillas y los encantos de aquel lugar de indescriptible belleza y de la luz perpetua, quienes aquí quedamos debemos afrontar la cruda realidad de los caminos de la vida, que incluyen muchas veces la desesperanza, la impotencia, los lacerantes recuerdos y el guayabo.

Muchas veces después de entregar al Altísimo a la gente que se quiere nos cuestionamos si podíamos haber hecho algo más para que el desenlace final no tuviera lugar en la fecha que así ocurrió, también preguntamos ¿por qué personas que sabemos que han dedicado su vida y su obra más a agradar a Dios que a complacer a los hombres, que vivían cada día con el optimismo y la confianza de quien espera una larguísima vida, en vez de esta Dios le concede tan temprano la gracia de ascender con serenidad y afrontar con entereza la llegada temprana del minuto final, a veces en forma inesperada?

Estamos leyendo de nuevo para ver si logramos entender las vainas que pasan algunos pasajes de las Santas escrituras, teniendo muy presente lo que dice Rafa Manjarrez en la canción dedicada a Hugo Aroca, su amigo que murió accidentalmente, “Dios nadie soy para cuestionarte”; también estoy leyendo otra vez un libro que Eloísa Martínez me pidió una vez y se lo regalé cuyo título es “Por qué le pasan cosas malas a la gente buena” de la autoría de Iván Gutiérrez Rodríguez.

Mientras recordamos las cosas buenas que hicieron, dijeron y dejaron a su paso entre nosotros quienes ya no están ni volverán a estar, vienen a nuestra mente la mamá y el papá que sobreviven, los huérfanos que quedan, los proyectos inconclusos, el desamparo de aquellos que recibían y necesitan atención por razones de edad o circunstancias de indefensión, para preguntarnos una vez más, ¿si el que todo lo puede no podía haber hecho más para evitarle a la gente desenlaces brutales en la plenitud de su primavera?; así mismo, ¿por qué se lleva a nuestros viejos cuando apenas empiezan a recibir los afectos que se merecen?
Definitivamente al Rey de los cielos toca entregarle siempre lo mejor que se tiene.

@Nene_AcostaM

Luis Eduardo Acosta Medina: