Nuestra música vallenata ha pasado por muchas vicisitudes y, en su trasegar, le ha tocado enfrentar situaciones tan complejas y amenazantes que hace rato le han diagnosticado varias enfermedades terminales e, inclusive, hasta anunciado su muerte cerebral. Sin embargo, ésta tiene más vidas que un gato y, a mi juicio, como decía nuestro filósofo criollo: “Según el último parte médico, por ahora la muerte tendrá que esperar”.
Una de las más grandes transformaciones y dificultades que vive actualmente nuestro folclor es el cambio brusco en las letras de las composiciones vallenatas, que pasaron de la época poética de Gustavo Gutiérrez y Rosendo Romero a las letras pragmáticas y efectistas de muchos compositores modernos que manejan un lenguaje totalmente diferente. En menos de 50 años el cambio es del cielo a la tierra, como lo analizaremos ahora.
Ayer Gustavo Gutiérrez, en su canción titulada ‘Sin medir distancia’, grabada por Diomedes Díaz, expresaba:
“La herida que siempre llevo en el alma no cicatriza,
inevitable me marca la pena, que es infinita,
quisiera volar muy lejos, tan lejos, sin rumbo fijo,
buscar un lugar del mundo sin odios, vivir tranquilo.
Eliminar las tristezas, las mentiras y las traiciones.
No importa si nunca encuentra el corazón
Lo que ha buscado de verdad…”
Hoy Roberto Kammerer, en su canción titulada ‘La loca’, grabada por La Banda del 5, se expresa:
“Ay, loca, tíratelas de loca, la víctima, qué cosa,
Y eso de andarme tirando en redes, ¿para qué?
Te digo que haga memoria, que yo la boté.
No me gustan esas cosas.
Tú lo que estás es bien ardida porque te dejé.
Se te parten los pistones apenas me ves.
Yo soy el rey de esa boca no mientas caprichosa.
Yo soy el rey de esa boca no me mientas vanidosa.
Ay, por andar de coqueta y de artista conmigo,
le cayó la tijera, hoy soy otro en tu libro…”
Es cierto que el lenguaje y el pensamiento son vivos y cambiantes, pero no he podido encontrar en nuestro profuso idioma, ni en nuestro lexicón más oculto, qué quiere decir que a una mujer se le “parten los pistones” cuando ve a un hombre.
Nosotros, los mayorcitos, seguimos añorando la poesía y el buen uso del lenguaje. Sin embargo, a buena parte de la juventud, al parecer, le gusta que se le utilice, en algunos géneros musicales, este tipo de jeringonza que muchas veces ni ellos mismos entienden.
Cuando nuestros ágrafos juglares empleaban palabras equivocadas, no teníamos otra alternativa que perdonarles y licenciarlos. Pero flaco servicio le hacen a nuestra música estos autores letrados de hoy, con este vocabulario vulgar y, muchas veces, sin sentido, solo para agradar a la galería insulsa que les aclama.
Colofón: El cantautor Diego Daza anunció con bombos y platillos la separación de su acordeonero Carlos Rueda y me enteré de que Iván Zuleta se le insinuó para acompañarlo musicalmente, vía cuenta de Instagram, con esta expresión “Déjame los clásicos a mí, que yo te hago más grande. Ya lo verás.” Amigo Iván, quédese quieto, que los poquitos clásicos que toca Diego Daza, no son suficientes para usted, que es un acordeonero de talla y no de los “sonsonéticos” esos que emplean para el gusto musical de la muchachada.
Por: Jorge Nain Ruiz Ditta.