El informe mediático sobre demografía presentado por el director del DANE está dejando una huella de inseguridad acerca de cuántos somos. Inicialmente dijo que seríamos 45 millones, tratando, tal vez, de demeritar las proyecciones que sobre el censo de 2005 habían hecho; de esto no le pueden echar la culpa a Santos porque fue hecho en plena campaña para la reelección de Uribe; el director del DANE, que a la sazón era Cesar Caballero, tuvo que renunciar frente a la decisión del gobierno de cambiar algunos resultados sobre pobreza, tampoco es culpable. Con el reciente informe, Oviedo nos dijo que somos 48.2 millones, rescatando 3 millones de los perdidos; pero por reclamaciones de algunos gobernadores que sintieron regresivo el crecimiento poblacional en sus territorios, ahora dice que se quedaron sin encuestar 4 millones por ubicarse en zonas peligrosas; indica esto que sí podemos ser los 50 millones a que nos habíamos acostumbrado.
Esta información fragmentaria, tratando de hacer impactos mediáticos, le ha granjeado al director algunos memes que le hacen perder el respeto y la credibilidad sobre su trabajo. Los reclamos de los gobernadores tienen sentido económico porque en los sectores salud y educación, así como en el Programa de Alimentación Escolar, PAE, con cargo al SGP, los pagos per capitación suman muchos millones que la corrupción no está dispuesta a perder.
Las cifras demográficas son determinantes al momento de diseñar políticas públicas; de aquí depende el PIB per cápita, indicador internacional de comparación de bienestar y calidad de vida; su crecimiento debe ser superior al demográfico para que se genere empleo. He leído que, para Colombia, un crecimiento del PIB debe estar por encima del 3% y eso no es lo que está sucediendo, acorde con las cifras económicas que hemos extraído del censo. La tasa promedia de crecimiento de nuestra población entre 2005 y 2018 es de 0.91% anual y la del PIB 1.08%, tomando cifras nominales del PIB.
Esta es una relación biunívoca, esto es, 1 a 1. Aquí lo que vemos es un crecimiento estático de la economía, y esto ayuda a aclarar la discusión que se presentó hace algunos días entre el gerente del Emisor y el gobierno, acerca de si la economía crecía o no; los datos le siguen dando la razón al Banrepública.
Este bajo crecimiento económico nos indica que hace muchos años estamos atrapados en la trampa de la pobreza; lo acaba de confirmar el mismo Oviedo: el 19.6% de los colombianos tiene pobreza multifuncional y más del 27% padece pobreza monetaria, amén de los chicharrones con la inseguridad ciudadana, el asfixiante desempleo y la perversa corrupción; somos un país de mierda como lo ha dicho Juan Gossaín, y esta, si algún día llegare a tener valor, como lo dijo Gabo, los pobres nacerían sin culo. Ya casi el dinero no circula, está escondido en negocios especulativos y paraísos fiscales. Tenemos más de 45 millones de cuentahabientes y de estos, 2.681 (0.04%), poseen el 56.8% de los depósitos ($185 billones) mientras que 99.6% de ellos solo posee 43.2% de estos.
Según la OCDE, un niño colombiano tendría que esperar 11 generaciones, unos 330 años, para salir de la pobreza. Para ver por dónde vamos, Argentina y Chile necesitan 6 generaciones, EE.UU., 5 y Dinamarca 2. Ya vamos llegando.