Cuando un sacerdote sirve desde su Diócesis a los feligreses de una parroquia, además de estar cumpliendo con las labores propias de párroco frente a una determinada comunidad, seguramente su labor también lleva inmersa una función social que sobre todo entre quienes son católicos, fortalece los cimientos de las personas que hacen parte de la misma.
Pero cuando un sacerdote además de su trabajo adelanta obras materiales o inmateriales que van más allá de una comunidad e impactan en una sociedad, merece ser reconocido, así su vida sacerdotal no se construyera en búsqueda de reconocimientos.
El reciente fallecimiento del sacerdote Rafael Calixto Daza Díaz debe llevarnos a pensar, que murió uno de esos sacerdotes que merece el reconocimiento de Valledupar. Solamente decir que fue el fundador del colegio Parroquial El Carmelo de nuestra ciudad, sería quedarse corto; el padre Daza con la templanza propia de su carácter, con la parroquia del Carmen y con el colegio El Carmelo desde finales de los 70 y principios de los 80, ayudó a mejorar la imagen de un sector que, si somos sensatos a pesar de contar con barrios buenos como Sicarare, Kennedy, San Jorge y en especial El Carmen, no se debe desconocer que era un sector aledaño a unas zonas claramente de tolerancia.
Pero el colegio en particular desde su fundación ha ido más allá de la importante parroquia del Carmen. Daza Díaz creó un colegio no público en el que literalmente coincidían todas las clases sociales, donde nadie era más que el otro; el hijo del alcalde hombro con hombro con el hijo del taxista, los de recursos y los de menos recursos, sin privilegios a favor de unos y en detrimento de otros. Pero el padre Daza si en algo fue sanamente un retador, es en el hecho de haber insistido en llevar el colegio a brillar en la calidad académica primaria y secundaria. Además, la disciplina, esta última no la negociaba. A manera de ejemplo profesores, padres de familia y alumnos sacaban pecho en la década de los 80 y principio de los 90 de los buenos resultados de los alumnos del Carmelo en las pruebas del ICFES y ese orgullo lo generó sin duda alguna el padre Daza.
Todo lo material que rodea a un colegio el padre Daza lo supo complementar con eso que no se ve, que es del día a día, del ejemplo, de la frase adecuada, del llamado de atención pertinente o simplemente del seguimiento continuo; eso que no es nada distinto que formar alumnos, para el caso niños y adolescentes a los que padres de familia entregaron al Carmelo buscando que se convirtieran en hombres que supieran interactuar y construir en sociedad. El padre Daza siempre se preocupó por tener unos excelentes docentes en el colegio El Carmelo.
Y la otra gran obra del padre Daza, inmaterial, es la presencia con su mano formadora en la vida sacerdotal de monseñor Pablo Salas Antelíz, lo cual se nota en su ministerio sacerdotal y en su carrera episcopal. El arzobispo Salas Antelíz orgullo de los vallenatos y de la región, en mucho es obra del padre Rafael Daza Díaz.
Lo expresó la Diócesis de Valledupar de la mejor forma posible, al destacar: “su incansable labor por la educación de los niños, quedando para siempre su obra cumbre entre nosotros: el colegio Parroquial El Carmelo.”
Gracias padre Daza, cada uno de los que fuimos sus alumnos, con nuestros defectos y virtudes somos producto de su obra.