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Las novenas, entre historias y herencias familiares

En diciembre reviven muchas tradiciones que avivan el encanto de la época navideña; la noche de las velitas, las cenas del 24 de diciembre, los típicos buñuelos y los regalos, así como las infaltables novenas de aguinaldo que unen a vecinos y familiares.

En Valledupar, las novenas son tradiciones que se heredan, pero que no abandonan su esencia. Desde hace 50 años, como todos los 16 de diciembre, Orieta Luz Díaz recibe a decenas de niños para empezar la celebración de las novenas. Desde ayer domingo hasta el lunes 24 de diciembre sin falta niños del barrio Villa Dariana y los alrededores visitarán su casa para aprender un poco más del nacimiento del Niño Dios. “Lo primero que hago cuando llegan es intentar cambiarles la mentalidad: las novenas no consisten solamente en regalos y dulces, lo principal es aprender y pedir a Dios por muchas cosas”, relata Orieta Díaz.

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En una sala de más o menos 3 metros de ancho, decorada de luces coloridas, globos rojos y verdes, junto al tradicional pesebre construido en la esquina de la sala, siempre se inicia la novena con una oración de agradecimiento por todos los que están presentes. El primer día, Orieta debe ir casa por casa a buscarlos; desde el segundo, los padres los llevan o los menores en grupos pequeños van colmando su casa a partir de las 7:00 de la noche.

De procedencia colombiana y ecuatoriana, las novenas han tomado países como Venezuela y otras partes del mundo. Su origen data de hace más de tres siglos, en la época de la colonia americana. “En el mundo entero la novena se centra en el pesebre, en el Belén. Según la historia, el primero en adornar un pesebre fue San Francisco de Asís, más o menos en el siglo XII, seguramente para sentir más de cerca el nacimiento del niño Jesús”, comentó el sacerdote José Muñoz, de la Diócesis de Valledupar.

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Las novenas son alegres por naturaleza. Maracas de madera o plástico, panderetas y los aplausos acompañan los cantos de villancicos que ya son clásicos en la memoria de los asistentes: Mi burrito sabanero, Campana sobre campana, Noche de paz, Tutaina y los peces en el río, entre otros.

En la casa de Orieta la tradición la inició su madre desde hace casi medio siglo. Por eso, son varias generaciones de una misma familia que han asistido a las novenas. “Hijos de los hijos de los que asistieron por primera vez”.

SIGUE LA TRADICIÓN

Con las mismas figuras que le regaló su hermano hace 46 años, en la casa de Betty Toncel se celebró el primer día de las novenas de diciembre. A los 74 años Betty cedió la organización a su hija, Liz Bermúdez. “Todo empezó el primer año que se casó mi madre. Al poco tiempo un tío nuestro (hermano de ella) le regaló unas figuras que la mayoría todavía sobreviven y que están ubicadas en el pesebre”, comentó Liz Bermúdez.

Cada año, a nivel mundial las novenas tienen un tema central. Este año, las oraciones y peticiones irán centradas al valor de la vida y la unión de las familias. “Cada vez que los niños vienen a la casa se llevan el ejemplo, la unión familiar. Lo que queremos es que ellos inviten a sus padres a la unión, a la paz en la familia”, complementó Liz Bermúdez.

Reconocidos en el barrio Sicarare de Valledupar, son cerca de 25 niños que asistieron anoche a la casa de Betty, en la que el viejo pesebre todavía es el centro de atención. “Siempre procuramos que entiendan el sentido de hacer las novenas porque no es solo venir a recitar, es entender el recibimiento del niño Jesús para nuestras vidas y por eso cambiar lo malo que hicimos ese año, experimentar un cambio”, comentó Liz.

Empezaron con la oración, cantaron los villancicos y los gozos, para que después cada uno hiciera su oración personas. Este es el primer día de una tradición centenaria que se mantiene como la puerta a las fiestas navideñas de fin de año.

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