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Las listas listas y Los listos listos

Vivimos una época de aspiraciones electorales, un panorama bastante saturado de listas; candidatos y candidatas buscan conseguir los votos para ser elegidos, están en todo su derecho (Art. 40 Constitución Política), llegan con discursos manifestando conocer el lugar como la palma de la mano y traen las soluciones a los problemas que allí aquejan; que darían su vida y seis más, prometen esta vida y la otra; en sus reuniones besan a Raimundo y todo el mundo, se toman fotos con todos, cargan niños, abrazan viejitos aunque huelan mal, pero por un ratico.

Expresan estos candidatos sentirse como pez en el agua en sitios que consideran su fortín, porque conocen la problemática allí; pero realmente no expresan sus propuestas, mucho discurso sin contenido, promesas halagadoras, proyectos desinflados y ataques verbales a otros aspirantes y cuando se les exige que asuman posiciones sobre casos específicos, responden: “eso no es nada, se están ahogando en un vaso de agua, yo solucionaré eso cuando salga elegido”. ¿Cuándo les he incumplido? y la comunidad: Doctor, doctora este caso se lo planteamos hace cuatro años y el candidato comienza a tartamudear. Otros candidatos dicen: Voten por mí, sean optimistas; saliendo elegido les solucionaré todo lo que les afecta, para eso estoy aquí; pasa el tiempo y cuando aparece nuevamente, la gente con justa razón dice: ahí vienen los mismos con las mismas.

Los electores deben tener en su mente el perfil del candidato de sus preferencias y libre de presiones y emociones votar a conciencia para dar nacimiento a una nueva clase política y por ahí un nuevo país, donde se vean realizados sus sueños pronto y no a futuras generaciones; no quieren votar por fantasmas que con discursos llegan a ilusionarlos, a entusiasmarlos y que desapareciendo dicen: van a estudiar la problemática. ¿A estudiar qué? ¿Será a estudiar cursos de magia para desaparecer más rápido? El electorado quiere que esos candidatos sean sinceros y comunes a ellos, no quieren sentirse engañados, quieren escuchar proyectos realizables y mucho más para cautivarlos.

El voto es sagrado, no debe desperdiciarse, tampoco negociarse por un posible puesto que es lo que más se promete y no resulta, tejas, ladrillos, cemento, víveres, ron, tamales, etc. Tengamos en cuenta que vender el voto es vender la conciencia.

Votantes que luego de vivir esta situaciones, cansados siempre de lo mismo están tomando conciencia; quieren que los candidatos acaben con el escepticismo, que los atraigan y motiven con verdaderas propuestas, que los acompañen en las buenas y en las malas, que no caigan como paracaidistas; son los que dicen votaré por ese o esos candidatos porque lo que han prometido lo han cumplido y me han convencido.

jairofrancos@hotmail.com

Por Jairo Franco Salas.

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