X

Las lecciones de un proceso de paz

Se cumplen esta semana diez años de la ruptura del proceso de paz que adelantó el gobierno del Presidente Andrés Pastrana Arango con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que marcaron, para bien o para mal, un punto de inflexión en la historia de la política y del conflicto armado en el país.
Apenas ahora, por estos días de aniversario, el país viene a hacer un balance de lo que fue ese proceso y de lo que representó en la historia y la vida política del país. En efecto, se ha entrevistado al Presidente Andrés Pastrana Arango, han escrito sobre el tema quienes manejaron el proceso de negociación con las FARC, y muchas personas han escrito y hablado, a favor y en contra, de lo que ocurrió.
La verdad es que el ex Presidente Andrés Pastrana se la jugó toda en ese proceso de negociación política con las FARC. Fue más lejos que el propio Belisario Betancur y le apostó, con seriedad, a una salida política al conflicto.  Y eso lo hizo con el apoyo de la dirigencia política, gremial y empresarial del país, incluyendo a buena parte de los jerarcas de la iglesia católica. Esa fue su opción política.
Vale la pena recordar que muchos de quienes hoy despotrican de ese proceso de paz, como algunos dirigentes gremiales y analistas y comentaristas de prensa, desfilaban por La Uribe y San Vicente del Caguán, legitimando así el proceso y la estrategia de negociación. Muchos de estos personajes, cual camaleón, luego fueron los más adeptos a la estrategia militarista extrema de Álvaro Uribe Vélez y su política de seguridad democrática.
Sin embargo, ¿qué pasó?. Fueron las FARC las que desaprovecharon esa oportunidad histórica y le jugaron sucio al gobierno de turno  y la sociedad colombiana, en su conjunto.  Esa organización entró en un proceso de descomposición moral, social y jerárquica que la ha llevado a refugiarse únicamente en el narcotráfico, el secuestro y la extorsión.
Hoy, luego del fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, iniciado en el gobierno de Pastrana, y la aplicación de la estrategia de seguridad de Uribe  Vélez, podemos decir que es una organización debilitada y que las fuerzas del Estado tienen un control sustancial del territorio nacional y del aparato productivo.
El país debe aprender mucho de lo que sucedió en el proceso del Caguán.   Consideramos que Colombia no puede descartar de plano la posibilidad de buscarle una salida negociada al conflicto, esa es una opción que siempre tendrá vigencia. Sin embargo, la misma no excluye que se mantenga una actitud proactiva y beligerante de la Fuerza Pública que está conminada a ejercer su soberanía en todo el territorio patrio, como lo establece la Constitución y la ley.
Sin embargo, lejos estamos de un análisis profundo, objetivo y sensato de todo lo que pasó  allá para poder sacar, posteriormente, unas conclusiones y lecciones sobre esa negociación que tuvo muchas consecuencias militares, políticas, económicas y sociales, y de la cual mucho se puede aprender para buscar ponerle fin  al conflicto armado colombiano.

Categories: Editorial
admin: