“No os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido…”: 1P 4,12.
Se dice cuando algo nos causa molestia o nos incomoda. Es una afección en el cuerpo o en el alma, que se caracteriza por enrojecimiento, escozor o dolor.
En la formación de un perla, las ostras se alimentan en el fondo del océano y ocasionalmente un granito de arena se queda dentro de su caparazón e irrita a la ostra, ella responde cubriendo ese grano de arena con muchas capas del mismo material acrílico de su caparazón, produciendo una hermosa y costosa perla.
La irritación nunca fue diseñada para frustrarnos, sino para ayudarnos a crecer, para ayudarnos a producir hermosas perlas. No podemos vivir en burbujas de cristal, alejados de las situaciones potencialmente irritantes, no podemos alejarnos de cada situación incómoda, ni huir de cada prueba. Cuando vienen irritaciones, no es Dios intentando hacer que nuestras vidas sean desgraciadas; sino proveyendo la oportunidad para sacar esa perla que hay en nosotros a punto de formarse.
Amados amigos: Cada irritación en nuestras vidas está diseñada para convertirse en una perla.
Puede ser que tengamos que sufrir irritaciones y sentirnos incómodos durante un tiempo, pero como dijo el Apóstol Pablo: “En nada se comparan las aflicciones del tiempo presente con la gloria que habrá de manifestarse en nosotros”.
Estas aflicciones no significan accidentes, tragedias, enfermedades, injusticias o abuso; sino al malestar que nos produce cuando tenemos que renunciar a nuestros propios deseos para someternos a los de Dios, cuando tenemos que guardar la calma, así las cosas no salgan a nuestra manera y cuando debemos permanecer en fe, así la vida parezca injusta.
La Escritura dice que nuestra fe es probada en el fuego de la aflicción, quizá estemos en este momento pasando por situaciones incómodas que nos producen irritación o situaciones que no nos gustan o nos parecen injustas; pero debo decir que si permanecemos en fe y seguimos adelante, saldremos refinados, más fuertes, mejor de lo que estábamos antes y con una preciosa perla de paciencia y tolerancia en nuestro interior.
Cuando hayamos pasado la prueba, recibiremos recompensa; si continuemos confiando y siendo flexibles, el año próximo no estaremos en el mismo lugar, porque Dios tomará cada irritación de nuestra vida y la convertirá en una perla de gran precio.
La vida pasa muy de prisa y no podemos desperdiciar el tiempo dando vueltas al mismo monte año tras año. Pongámonos firmes y decidamos no seguir dando vueltas a ese mismo monte, teniendo malas actitudes cada vez que las cosas no resultan como queremos; miremos en nuestro interior y decidamos cubrir con capas de cariño y tolerancia cada incomodidad.
Hay una perla formándose en nosotros. Puede que tengamos muchas aristas, puede que tengamos que mejorar en muchas áreas; pero mientras estemos avanzando, Dios también seguirá envolviendo cada grano de arena que nos irrita, con tiernas capas de amor y aceptación. ¡Felices fiestas! Abrazos y muchas bendiciones.