Las funerarias de la ciudad de Valledupar fueron los establecimientos, después de los hospitales, que más lidiaron con las personas fallecidas a causa de la covid- 19. Un total de 999 personas han muerto a raíz de esta enfermedad en el Cesar, según el Laboratorio de Salud Pública.
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Estos sitios encargados de las exequias tuvieron que disminuir su personal y trabajar con lo más altos estándares de bioseguridad para que el virus no saliera de los cuerpos e infectara a los trabajadores del lugar, según Zoraida Orozco, especialista en seguridad ocupacional.
José Ramírez, tanatólogo de la funeraria Preexequiales River, aseveró que él y otro compañero de su misma profesión prepararon los cuerpos de aproximadamente 60 personas que fallecieron por la covid- 19 el año pasado. Este vallenato, quien a pesar de tener miedo de contagiarse con el virus y posiblemente transmitirlo a sus cuatro hijos, se mantuvo “firme” en su trabajo y no se retiró de esta labor que en muchos vallenatos causa horror.
“Yo me encargo de preservar el cuerpo para las exequias cuando la persona no ha fallecido a causa de la covid- 19 o es sospechoso. En caso de que lo sea utilizamos un uniforme de bioseguridad que es anti fluido y totalmente sellado, máscaras de filtración FFP2 o N95 y guantes para tratar el cuerpo”, comentó Ramírez.
De acuerdo con este trabajador, para tratar el cuerpo del fallecido infectado con el coronavirus primeramente es “bañado” en amonio cuaternario, el cual es un químico que utilizan las funerarias para desinfectar el cuerpo, luego se procede a colocar el fallecido en una urna diseñada especialmente para cuerpos con covid-19, que está completamente sellada sin ningún tipo de abertura y finalmente se hace el embalaje del cofre fúnebre.
Este vallenato señaló que han enterrado personas fallecidas a causa del virus y se realiza exclusivamente en las horas de la mañana lo más rápido posible por protocolos de bioseguridad. Agregó que también se hace la cremación del cadáver dependiendo de las condiciones del cuerpo.
Este tanatólogo, cabeza de hogar que tiene 20 años trabajando en los ritos fúnebres, aseguró que siempre se encomendaba a Dios cada vez que un cadáver con covid- 19 llegaba a sus manos porque a pesar de tener los implementos de bioseguridad trataba con el virus directamente y esto siempre le causó y continua causándole temor.
LOS COMPAÑEROS DE LA MUERTE
De acuerdo con la psicóloga María Duque, el personal funerario constituye parte de los trabajadores que tienen mayores afectaciones psicológicas y emocionales después de los veteranos de la guerra. Aseguró que los tanatólogos, conductores, camilleros y demás personal que trabajaron durante la pandemia y continúan haciéndolo actualmente se han expuesto a situaciones traumáticas y de estrés a las que nunca antes se enfrentaron, por lo que muchas funerarias no estuvieron preparadas para esta situación.
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Julio Sierra, gerente de la funeraria del Valle, comentó que los trabajadores no estaban preparados para enfrentar la pandemia de la covid-19 y que el no tener esta preparación los invadió de temor ante la posibilidad de que también se contagiaran y perdieran la vida. Aseguró que en varias ocasiones se guiaron de los protocolos de bioseguridad que utilizaban las funerarias en Bogotá para tratar los cuerpos, antes de que la entidad de salud municipal se acercara al establecimiento a capacitarlos.
“Actualmente están trabajando 11 personas en la funeraria entre los dos tanatólogos, las secretarias, los conductores y el personal para el mantenimiento de las instalaciones. Realizamos el proceso de desinfección del lugar con hipoclorito de sodio, que es un compuesto químico bastante efectivo, y el personal utiliza uniformes especiales para protegerse de la covid-19”, manifestó Sierra.
LOS COSTOS
River Jaro, propietario de la funeraria Prexequiales River, ubicada en el barrio Las Delicias, aseguró que en los meses que más ofrecieron el servicio a personas fallecidas por covid- 19 fue entre agosto y septiembre, en los cuales prepararon los cuerpos de aproximadamente 60 personas. Aseguró que a pesar de lo peligroso que es el tratamiento de fallecidos con el coronaravirus en la sangre siguieron de manera “firme” prestando el servicio a tanto afiliados como particulares.
El servicio de recogida del cuerpo, la cinta fúnebre, las respectivas exequias y la disposición de una bóveda para un período de cuatro años se ofrece a las personas que se afilien con esta funeraria por un pago mensual entre $20.000 y $ 25.000. Por otro lado, los que no estén afiliados para tener estos servicios los costos son mayores; de acuerdo con Jaro, el precio oscila entre $ 2.000.000 y $2.600.000, dependiendo del cementerio que los familiares escojan para el difunto.
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Otros establecimientos como la funeraria del Valle ofrecen un plan básico para afiliados, en el cual pagan $14.000 pesos mensuales y solo se incluye los ritos exequiales y demás preparación del cuerpo. Seguido a este las personas pueden optar por uno de $20.000, con en el que se les suministra el pago por un año de una bóveda y por último uno de $ 28.000 mensuales con dos años de bóveda.
Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.