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Las consultorías en la ejecución de obras

“Todo lo que no se planea con el debido juicio cae por su propio peso”.  Cuando se es incompetente, como sucede con algunos rectores de los entes territoriales, o de instituciones públicas, o privadas con poder de contratación de obras de interés comunitario, las cosas nunca salen bien por el solo y simple hecho de querer mostrarse bajo la alarma publicitaria de una fama que solo engaña al ingenuo.

Casi siempre las obras públicas no se concluyen como se propone el ente contratante, pues en su propósito de satisfacer más las intenciones políticas que de bienestar social específico, se desarrollan bajo el egotismo del mérito desbordado por mostrar hechos y solo hechos.

La planeación consiste en dar vida a la idea y esta hay que analizarla bajo los más mínimos parámetros para lograr el resultado conforme a los propósitos, por ello, cada vez que se quiera desarrollar un proyecto hay que tener en cuenta los temas técnicos, como costos y tiempos, evitando las carreras complacientes para buscar glorias a través de deterioros patrimoniales causados por la mala planeación, que muchas veces subestima las consultorías necesarias como tema relevante. 

Al mandatario sin juicio solo le interesa mostrar para impresionar y no hacer como es debido para lograr el desarrollo rápido y oportuno; de allí el egoísmo transmitido entre gobiernos entrantes y salientes bajo el temor de quién logrará la gloria que proporcione unos votos más.

No toco los temas económicos y distorsionados que se generan en las contrataciones de obras, los cuales se han convertido por la costumbre en dogma; esto es un tema aparte, pero que influye fuertemente en el deseo desmedido de ejecutar algo, no importa en qué forma, pero sí rápido, ya que el tiempo no espera y el electorado sanciona.

Cuando no hay consultorías serias, los planes no se completan pues los presupuestos nunca alcanzan; a través de adiciones y con pérdidas de tiempo solo se causan suspicacias y malos entendidos en estos medios donde la carrera política está marcada por el desprestigio, culpa de los desmanes de muy pocos.

Entonces, muchas veces no se cree en estos procesos contractuales, pues aun obrando de buena fe las cosas no resultan como deberían ser.

Los programas de gobierno deben concebirse para ser ejecutados dentro del tiempo disponible, y si por razones del proyecto y su necesidad social, el tiempo y recursos llegan más allá se deben dejar las gestiones y caminos despejados para convertir en realidad pronta la satisfacción de los derechos de las comunidades.

Cuando trabajas con amor y esmero la recompensa asoma; esto se logra buscando la ayuda técnica y el profesionalismo, combinados con el sentido de pertenencia por la tierra, su gente y su entorno.

Todo lo que arranca bien termina bien y prontamente, pues si vas bien asesorado por lo menos tienes con quien dialogar en tu camino.

Hacer las cosas bien, aunque no logres todo lo que te propones y necesita tu comunidad, te traerá a la larga más victorias que derrotas, ya que la recompensa nace de la mano de las nobles y certeras intenciones.

La vida pasa sin darnos cuenta, sobre todo cuando hacemos y pensamos en cosas que no tienen sentido para la existencia, dando así inicio al fracaso. Debemos cuidarnos mucho en la toma de decisiones y para ello existen las consultorías, que ayudan mucho y nos permiten realizar con éxito lo que debemos, podemos y se necesita para la buena realización de una vida mejor.

Por eso, cuando no es posible su contratación, las entidades de planeación se tornan de primera necesidad en cualquier esquema de la estructura gubernamental, provistas lógicamente del recurso humano idóneo que permita su operación correcta para encausar a los responsables de las obras a ejecutar en lo debido y que satisfaga las necesidades de un gobierno para con sus gobernados.

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Fausto Cotes: