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Las borrascas de la vida

Por: Valerio Mejía 

“… ¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?”  San Marcos 4:40 (NTV)

Aquí Jesús intentaba enseñarles algo importante a sus discípulos. Al atardecer, les dijo que dejaran las multitudes y cruzaran al otro lado del lago de Genezaret, a una región donde aún no habían escuchado el mensaje del Reino. En el camino, se desató una tormenta feroz y olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua. Jesús dormido en la parte posterior de la barca, fue despertado por los gritos de sus discípulos. Cuando se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: “¡Silencio! ¡Cálmense! El viento se detuvo y hubo una gran calma, pudiendo completar el viaje.

En esta historia, no podemos pasar por alto las implicaciones de ciertos momentos: Después que calmó la tempestad, se volvió a sus discípulos y les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?

Para muchos de nosotros, la respuesta tipo mal maestro de matemáticas, es un poco extrema. En ocasiones, pensamos que nuestro trabajo es pedirle a Dios que arregle nuestros problemas, y que su trabajo es responder. Casi que Jesús estaba reclamándoles: “Tuve que hacer el trabajo que les entrené a ustedes para que hicieran”

En otra ocasión, Jesús dijo que era mejor que Él se marchara, porque así su Padre enviaría al Espíritu Santo para vivir dentro de nosotros para siempre. Esto significa, que en las tormentas de nuestras vidas, estamos en mejor posición que los discípulos, que meramente lo tenía a Él dormido en el barco con ellos. Nosotros tenemos su mismo Espíritu viviendo dentro de nosotros. ¡Si somos fieles, siempre tendremos autoridad sobre las tormentas! Cuando intentamos salvar nuestras vidas por los propios medios, perdemos la oportunidad de progresar en nuestra fe, y causamos que la gente en nuestra esfera de influencia, pierda la oportunidad de experimentar la bendición que se libera cuando nuestra fe desplaza una atmósfera opresiva y borrascosa con una celestial de calma y sosiego.

Amados amigos lectores, les invito a actuar en fe y tener una perspectiva diferente, mirando las tormentas como oportunidades de aprendizaje y superación. Por medio de Jesús, tenemos autoridad sobre cada tormenta.

El momento sombrío de la historia que nos ha correspondido vivir, exige que nos pongamos de pie para hacer frente a las tormentas de la época para desplazarlas y ordenarles: “¡Callen, enmudezcan!”.  Este es el momento de permitir que la unción gloriosa del Jesús, cambie el clima espiritual de nuestras familias y de nuestra región. Cada uno de los discípulos que iba en ese barco había sido entrenado para hacer lo mismo que Jesús hizo. Es momento de que toda nuestra generación de creyentes acepte la oportunidad que tenemos de enfrentar las tormentas tomando autoridad en el Nombre de Jesús, y recuperar así nuestra herencia de valores y principios.

Por supuesto que necesitaremos mucho coraje, porque tendremos que asumir riesgos cuando demos un paso de fe hacia lo que hemos visto y oído del Señor. Debemos asumir responsabilidad personal para fortalecer cada lugar débil y quebrar nuestro acuerdo con el miedo. Debemos convertirnos en la manifestación constante de la renovación y dejar de esperar que las circunstancias externas se alineen con nuestros sueños y propósitos. Usando las herramientas de la oración, con fe en las promesas, podemos tener acceso a la fortaleza y al coraje que necesitamos en medio de las tormentas, porque nos recuerda quiénes somos y lo que Dios nos encomendó hacer. Sobre todo, nos recuerda que estamos plenamente equipados para vivir vidas victoriosas, no porque tengamos una fórmula mágica que siempre nos funciona, sino porque Dios está con nosotros y dentro de nosotros. “No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”.

“Querido Dios, gracias por capacitarme para enfrentar las tormentas. Ordeno que cada tormenta de mi vida, se calme en el Nombre de Jesús. Amén”.

Te mando un Abrazos y muchas bendiciones en Cristo.
valeriomejia@etb.net.co  

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