Tomaron la decisión las autoridades del Cesar de apostar por la alternancia en los colegios que presentaron los protocolos y la virtualidad en otras instituciones. Así lo impuso la pandemia. Se han escuchado voces a favor de ambos modelos: los que llaman a que se implemente la alternancia educativa ante el daño irreparable que podría ocasionar en el proceso de aprendizaje de los jóvenes pasar otro año escolar de forma virtual; contrario, argumentando que hay un alto riesgo de contagio, otro sector pide que se continúe con la virtualidad hasta tanto no se logre la vacunación masiva. Nos hemos inclinado en estas páginas por la primera alternativa, por volver al colegio.
Pero por encima de esta discusión, hay algo transcendental: las condiciones que deben ofrecer las autoridades. Por ejemplo, en Valledupar, pasados 11 días de haber iniciado el periodo escolar en las instituciones educativas del sector oficial de la ciudad y de su zona rural, los padres están preocupados porque las herramientas tecnológicas no han sido entregadas a los estudiantes. Por eso, muchos no han podido ingresar a las clases. A la preocupación se suman los rectores, que aducen no contar aún con los recursos de gratuidad, otro factor que dificulta cubrir a cabalidad la demanda académica. Y a lo anterior se le suma el Programa de Alimentación Escolar, PAE. Un informe de la Contraloría General demostró que ni la Gobernación del Cesar ni Valledupar están implementando el PAE. Preocupante.
En medio de tantos obstáculos, desde la falta de espacios adecuados, conectividad, ambiente socioeconómico adverso, urge que las autoridades estimulen la continuidad de los estudiantes, y no, al contrario, por negligencia en la planeación y contratación, más bien desestimulen el querer estudiar.
El 2020 fue un año trágico para el sector educativo. Porque esa transformación obligada a lo virtual, sin tener las condiciones, ayudó que, solo en Valledupar, 5.580 estudiantes reprobaran el grado que estaban cursando en las distintas instituciones de la ciudad. El fenómeno afectó con mayor fuerza al sector oficial, donde se concentran los jóvenes de estrato 0, 1 y 2: 5.074 alumnos perdieron el año, mientras que en el privado solo 506.
Según el Dane, solo el 35,7 % de la población del departamento indicó tener acceso a internet. ¡Menos de la mitad! Para ellos, en estas condiciones, la virtualidad no es una alternativa. No tienen las condiciones. Es imposible superar el atraso social del Cesar en un año, pero sí deben las autoridades, recalcamos, hacer toda la gestión y los esfuerzos posibles para que el impacto negativo sea el menor posible.
2020 fue el año de aprender sobre el camino, de improvisar, de las respuestas inmediatas; para el 2021 es mayor el conocimiento sobre la pandemia y sobre las necesidades básicas de los estudiantes. Urge planificación y respuestas organizadas y agiles. Estamos hablando de la formación primaria y secundaria de toda una generación.