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Las apuestas de la Habana

Por: Luis Napoleón de Armas

Es imposible separar lo que pasa en los diálogos de la Habana, de la ocurrencia jurisdiccional, política y electoral dada en el territorio nacional; son todas estas, variables interdependientes que pueden actuar como causas y cómo efecto, muy sensibles para medir y sólo con una balanza de precisión podría hacerse, pero a estas hasta un suspiro puede alterarlas. He sido un convencido del éxito de este proceso, pero hay tantas cosas de por medio, que mi fe ya comienza a quebrantarse, pese a los anuncios de que el 50% de la agenda ya está consensuada; por algo dicen que las oportunidades son calvas.

El caso Petro, que según los entendidos en politología, fue un dardo de morcillera que lo deja tendido políticamente; esto le da fuerza a mis inquietudes; no todos saben tirar un bumerán. Es posible que las FARC lean este ataque como un anuncio de que no habrá tregua ni garantías institucionales para su quehacer sin fusiles y pasamontañas. La muerte de uno de los líderes de las marchas pro Petro podría leerse como el inicio de otra edición de la extinción de la Unión Patriótica. Hay que meterse en el pellejo de esta gente para entender el miedo que podría embargarlos cuando se ejerciten en la legalidad.

Es una lástima que, por estas incidencias al margen del proceso, se altere el desarrollo de lo que la mayoría de los colombianos anhelamos, que es la reconciliación razonable entre todos los credos, ideologías y convicciones. Ahora, o quizás nunca. No es justo que unos pocos decidan por las mayorías. El presidente de la república, pese a tener facultades legales, ha permanecido indiferente pero ese también es un bumerán; no se puede jugar con la candela; él debe tener claro que si las FARC se paran de la mesa, su reelección puede afectarse; seguir el diálogo habanero es su tabla de salvación, así de sencillo.

Sin ser corista de este gobierno, había tomado la decisión de votar por Santos para ayudar a garantizar que el adversario no se adueñe del proceso para sabotearlo;ahora lo reconsidero;además, la renuncia del gobierno de apelar el fallo de la Haya, no es entendible. Si Uribe se preocupaba de que el próximo gobierno cayera “en manos blanditas”, ahora las cosas han cambiado, la preocupación es porque no caiga en manos belicistas; todos los indignados y los marginados deberíamos acompañar a un candidato que garantice la paz en Colombia, que reconstruya el camino hacia una real democracia duraderay garante. Es imposible alcanzar la paz sin justicia y democracia.

nadarpe@gmail.com

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