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Las alarmas políticas

“Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos”. Anónimo.

Mi hermana Sofía me llama muy temprano, totalmente alarmada, para contarme que estaban dando la noticia de la comprobación de entradas del dinero del narcotráfico a la campaña de Petro.

La escuché con detenimiento y después de escasos cinco minutos de explicaciones paso a paso que me dio, entonces le dije con toda la tranquilidad del caso.

— Sofy, este país no tiene arreglo; solo una guerra civil podría salvarle, pero ni aun así lo lograríamos ya que la corrupción que se vive no es un estigma, es una realidad y directa e indirectamente en una u otra forma ha tocado a todos, que creo que muy pocos  sean capaces de alzar un fusil contra gobierno alguno y menos cuando el símbolo del patriotismo desapareció de los valores nacionales, como el mismo himno que cada día menos se conoce, pues de los programas escolares parece haber desaparecido. ¡Estamos llenos de apátridas!

A Petro no hay nada que criticarle; hay que criticarle y analizar detenidamente es al sistema político nuestro y las grandes familias de las seudas aristocracias centralistas colombianas que se tomaron nuestra historia a costa de nuestra propia ignorancia y temor a expresar nuestros verdaderos sentimientos intimidados con la violencia.

No nos vamos muy lejos; a mediados del siglo pasado hubo buenos rectores de la democracia colombiana, pero luego en la transmisión de mando familiar, en algunos casos ante la incapacidad de enfrentar a una población más educada, enderezada e inconforme, algunos elegidos presidentes tuvieron que acudir a ventanillas siniestras, procesos de recursos extralegales, dineros manchados por el mercado negro, etc., que lo que ha hecho Petro, si es que lo ha hecho, que no se duda que lo haya hecho, y que en este caso aún la duda le favorece, es sólo la repetición de un proceso multifacético e histórico que se viene dando dentro de todos los partidos y movimientos políticos, para lograr el poder, y que el pueblo y sociedad política con su voto lo viene confirmando a través del tiempo.

Todos los gobiernos manchados serán iguales, no importa si son de derecha o izquierda; de lo que sí estoy seguro es de los resentimientos profundos de ambos bandos los cuales son manejados con destrezas únicas para lograr sus objetivos y que a unos y otros les llevan a su lado para llorar o gozar de los mismos amores.

— Tranquila Sofy, no pasará nada, — le dije.

— Las ideologías no ha mucho tiempo se acabaron y la sensibilidad social en el ser humano parece que hubiera desaparecido, pero mira, la única verdad es que los sistemas capitalistas acompañados con equidad en el fomento del trabajo digno, son los redentores inequívocos de la prosperidad y en estos sistemas aún existen muchas personas, grupos, prototipos y asociaciones científicas dispuestas al cambio definitivo y loable para un mundo mejor.

En cada lugar tenemos personajes dignos, valientes y sensatos que podrían manejar nuestro destino. Busquémoslos, pero a la vez propendemos por mantener abierta las puertas a lo único que podría salvarnos de un cataclismo total: ¡la educación!

Así que olvidémonos de Petro, Duque, Santos, Uribe, Gaviria, Samper, Pastrana, López entre otros, sin resentir del pasado miremos de frente el futuro, único lugar posible para la paz de nuestros pueblos. Con resaltar lo malo de estos gobiernos nada vamos a lograr si el odio aún está de por medio y las rencillas amargas que deja el poder siguen fluyendo como aguas infernales en el corazón de las clases indolentes.

Un pueblo donde no hay vida política sana nunca habrá progreso y con facilidad nos marcará su nivel de corrupción sin ni siquiera notarlo.

 Una buena garantía política entre partidos solo nos la entrega la libertad y el orden social y esto se consigue con el consenso de todos, pero bajo la dirección actuante a través de la gente cuerda.

— Así que Sofy, sigue haciendo lo que siempre has hecho y heredaste de nuestros padres: ¡dad al que necesita ayuda! —. En la medida en que la educación crezca notaremos el cambio y la humanidad podrá salvarse.

Por: Fausto Cotes N.

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