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La voz de los indígenas

 

Esta semana los líderes de los pueblos indígenas kankuamo y wiwa hicieron sentir su voz. Los primeros para defenderse de acusaciones y señalamientos de parte de su misma comunidad y los segundos para pedir a la Alcaldía de Valledupar atención a sus problemas comunitarios.

 

En los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta pasan cosas que merecen ser atendidas por la comunidad vallenata. No solo son problemas exclusivos de esa comunidad, sino de toda la ciudadanía vallenata porque finalmente sus actividades sociales y comerciales son con la ciudad de Valledupar.

 

Los kankuamos habitan en gran número en la ciudad y los problemas que afecten a los 12 pueblos que conforman esta etnia, también tiene relación con la comunidad en general, así como sucede con las otras, caso arhuacos o wiwas. El tema de los liderazgos kankuamos cuestionados por un sector de esta etnia debe llamar la atención para que los gobiernos indígenas, aun cuando tienen plena autonomía, incluyan en sus agendas las rendiciones de cuentas y comuniquen los logros, los apoyos que reciben y los proyectos que los benefician.

 

La postura que asumió la Organización Indígena Kankuama, OIK, frente a los señalamientos es plenamente compartida, al considerar que la “oposición es buena para el desarrollo de los pueblos, siempre y cuando se haga con respeto y para el mejoramiento de la calidad de vida de nuestra gente”.

 

EL PILÓN apoya las voces de los pueblos indígenas e invita a una reflexión profunda que lleve a analizar la situación actual de estas comunidades. Lo que hicieron los líderes de los wiwa que después de tantas solicitudes se fueron esta semana al despacho el alcalde Fredys Socarrás a buscar una respuesta es una muestra de los diálogos que pueden realizarse para hallar soluciones, así como la reunión que se dio en Sabana Crespo con entre los gobernantes arhuacos y la administración municipal.

 

Todos son escenarios válidos de interrelación, que permiten que la cultura indígena siga la línea de la armonía que pregonan ancestralmente y por la que han luchado milenariamente. La riqueza étnica que existe en la Sierra Nevada y en Valledupar debe cuidarse, para que no caiga en desgastes innecesarios que no son saludables para nadie.

Categories: Editorial Opinión
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