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‘La víspera de año nuevo’ llega a sus 70 años

Tobías Enrique Pumarejo

 

En estos momentos, mientras el vallenato clásico acaba de ser declarado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, cae como anillo al dedo lo expresado por Daniel Samper Pizano en el homenaje que le rindiera el XXXIX Festival de Compositores Vallenatos de San Juan del Cesar y que transcribiera El Tiempo, 6 diciembre del corriente, en la columna, “Salvemos al vallenato”.

El vallenato se está suicidando, comenta Daniel Samper, y es urgente salvaguardarlo. Además agrega, que el peligro que acecha al vallenato clasico, y que suscita la alarma de la Unesco, no viene de afuera sino de adentro. Procede del vallenato espurio que desvirtúa al que, por su belleza y tradición forma parte del patrimonio artístico internacional.

Contrastando con este panorama desalentador, es grato traer a colación que ese clásico eterno de la música vallenata como es “La Víspera de Año Nuevo”, este mes de diciembre, precisamente, cumple 70 años de haber sido creado por el Patriarca y maestro de maestros del vallenato, Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez, Don Toba, quizas uno de los compositores vallenatos que más le debemos con relación a este reconocimiento internacional.

¿Y es que acaso “La Víspera de Año Nuevo” es un vallenato? Claro que lo es. Y al respecto Juan Gossaín considera, y le doy toda la razón, que “La Víspera de Año Nuevo” no se le considera como un vallenato original, porque en la grabación que de este tema hiciera Guillermo Buitrago, la intromisión del clarinete de Juancho Esquivel, le da un cierto regusto de porro.

SU MUSA

Dorys del Castillo Altamar, su musa, vivía en la finca “Tolima” vecina a la de Don “Toba”, “El Otoño”, jurisdicion del departamento del Cesar, predio por donde Doris pasaba todas las mañanas hacia un afluente del río Ariguaní donde solía tomar su baño matinal Las miradas y los saludos no se dejaron esperar y al poco tiempo surgió un cálido romance entre los dos que no fue de buen recibo por parte de su hermano mayor, Ramón.

El 22 de diciembre de 1945 Dorys le envía un papelito a Don “Toba” con el señor Pedro Romero, propietario de una finca vecina, “Cuatro Bocas”, donde le informa que Ramón, por lo de sus amoríos la había reprendido durante, correazos incluidos, por lo que ella se encontraba dispuesta a escaparse con él esa noche a donde a bien lo dispusiera.

Convenido lo de la fuga, tipo diez de la noche, el señor Romero recoge a Doris cerca de su casa, y después de dar un rodeo por un sector montañoso a fin de evitar que los vieran, lleva a Dorys hasta la puerta de “El Otoño”, donde Don “Toba” los esperaba. De ahí parten hacia la carretera en la cual, después de varios sustos imaginarios por parte de Don “Toba”, esperarían un transporte que les llevaría a Caracolí (Cesar), jurisdicción Sabanas del Diluvio y Camperucho.

Los días que siguieron a la fuga, fueron dias de pleno goce y disfrute entre Don “Toba” y Dorys, quien era una morena vibrante, de cuerpo contorneado, de piel tersa y de ojos grandes y ensoñadores. Por ese entonces, Dorys se encontraba en plena flor de su vida, 15 años a lo sumo, y hasta el final de su existencia, aún fallándole la memoria, le fue posible a Don “Toba”, evocar en los pocos momentos de lucides que tuvo, el disfrute y el goce que durante ese periodo los embargó, y que terminó marcandole para el resto de su dias. De ahí que todos lo versos de La “Víspera de Año Nuevo”, los que grabó Guillermo Buitrago y los que dejó por fuera, sean un tributo a ese goce y a ese disfrute compartido.

Don “Toba”, parrandero por naturaleza, el 31 de diciembre, muy temprano le dice a Dorys que se va para Los Venados, población vecina a Caracolí, donde visitaría a unos amigos, con la promesa manifiesta, de que esa misma tarde estaría de regreso. Promesa que por supuesto no cumplió, ya que con sus amigos se quedó parrandeando hasta el 2 de enero. Pero los sentimientos de culpa y la preocupación empezó a atormentarle, aguijoneada por el conflicto que se le planteaba, entre disfrutar de lo que le restaba del año en los brazos de su amada o el de seguir en el alborozo de la parranda, de la que presumía no le era posible marcharse. Y temiendo encontrar a su regreso a Dorys enfurecida, si es que la encontraba en casa, todas estas conjeturas lo llevaron a buscar un pretexto para congraciarla a su regreso. Y en el fragor de la parranda, la solución, como caída del cielo, le sirve de inspiración para la creación de ese himno navideño que se encuentra ad portas de cumplir setenta años.

Cuenta Dorys que al llegar Don “Toba” a su casa en la noche del 2 de enero, la sorprende con una serenata, y la canción con la que terminan reconciliándose fue con “La Víspera de Año Nuevo”. Canción inspirada en Dorys, cuyos versos recogen el sentir y el goce por ellos vividos en esta su aventura de final de año.

VOCES AUTORIZADAS

 Por sugerencia de Antonio Fuentes, Guillermo Buitrago, le hace un cambio a la última palabra del verso, /Año nuevo lo quiero pasar/ junto contigo en la “cama”/ por /Año nuevo lo quiero pasar/ junto contigo en la “sabana”/.

¿Y por qué “sabana”? Porqué uno de los versos que Buitrago dejó por fuera, decía, /Bonitas son las sabanas/ del Diluvio y Camperucho/ sabanas privilegiadas/ por eso las quiero mucho/.

En una entrevista que le hice a Emiliano Zuleta Baquero, me comentó que la primera vez que él escuchó “La Víspera de Año nuevo” fue en una parranda en Valledupar, navidades de 1946, cantada por Efraín Hernández, año que logró precisar con la ayuda de Carmen Díaz, porque Emilianito, por ese entonces había cumplido dos años. De esa canción recuerda que en vez de “sabana” decía “cama”.

Pedro Romero, el alcahuete en la relación entre Don “Toba” y Dorys, me comentó que cuando Don “Toba” regresó a “El Otoño” con Dorys, 20 de enero de 1946, en la parranda de reconciliación con los cuñados, les cantó varias veces “La Víspera de Año Nuevo”, que por ese entonces la llamaba, “Gozando con mi Morena”, y en esta interpretación incluía el verso de la “cama”.

Consuelo Araujo Noguera, “La Cacica”, me comentó posteriormente, que en 1974, Don “Toba” le había hablado sobre el verso de la “cama”, pero que ella ya lo sabía porque “Nando” Araujo se lo había contado desde mucho antes.

En una conversación que tuve con Alejandro Durán, le pregunté, qué porqué en el LP “Alejandro Durán-Más Vallenatos” del sello Tropical, le dio la autoría de “La Víspera de Año nuevo” a Don “Toba” y no a Buitrago, y me contestó, que más que nadie él sabía que Tobías era su autor, y si no me equivoco, yo fui el primero en hacerle este reconocimiento.

En la publicación de la revista Semana, Agosto 3 de 1993, “La Revolución del 78”, al cumplirse los 50 años del primer disco de 78 RPM, me comentó Bernardo Vasco, su autor y autor de la biografía de Guillermo Buitrago en Wikipedia, que él en ese artículo puso como autor de “La Víspera de Año Nuevo” a Don “Toba” porqué Rafael Escalona fue enfático al respecto.

El investigador, compositor y coleccionista de la música vallenata, Julio Oñate Martínez, me facilitó una estrevista, que el 21 de abril de 1991 le hizo a Efraín Torres, el guitarrista que acompañó a Guillermo Buitrago en muchas de sus grabaciones y en la famosa correría que hicieron por la provincia en 1947. En esta entrevista Efraín le dice a Julio, que Don “Toba” le entregó a Buitrago “La Víspera de Año Nuevo” y otros temas más de su autoría que luego grabaron en el sello Fuentes.

Sin lugar a dudas, “La Víspera de Año Nuevo”, la obra cumbre de Don “Toba” por su calidad melódica y poética, por esa sensibilidad emocional que le impartió en sus versos, hace parte, como vallenato genuino, del patrimonio intangible de la humanidad.

 

 

 

 

 

Por: Ricardo López Solano

 

Categories: Cultura
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