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La Villa de Germán

Los habitantes de Villa Germania se destacan por su capacidad de resiliencia ante los momentos vividos.

Emprendo este ejercicio de escritura como si aún estuviera caminando las calles y los campos verdes y fértiles de un lugar que fue apabullado y golpeado fuertemente por el conflicto armado; la experiencia de haber estado una par de días en este poblado ubicado entre el piedemonte de la Sierra Nevada de Santa Marta y el valle del río Cesar, fue altamente enriquecedora por cuanto significó conocer cómo los lugareños reconfiguraron su vida y sus relaciones sociales luego de la devastadora arremetida de los grupos armados ilegales que allí se posesionaron.

Esta reconfiguración hace referencia a un proceso de reterritorialización de la vida cotidiana después de una masacre, de fuertes combates entre el frente 41 de las Farc y el 9 de Diciembre del Eln en medio de la población civil, de múltiples homicidios selectivos, reclutamiento forzado, violencia sexual, y un sinfín de lesiones personales, tortura y demás hechos que generaron el despojo (no solo territorial) sino también aquel que des-configura y desestructura los lazos sociales, afectivos y familiares, los diferentes usos e identidades con sus lugares, sus cuerpos, habitares, temporalidades y subjetividades.

Mientras se escuchan los relatos de las personas que vivieron ese capítulo de la violencia, la primera pregunta que sale a flor de piel es: ¿Cómo lograron volver a constituirse como pueblo, como sociedad campesina, como comunidad so pena de todas las afectaciones múltiples que les quedaron impregnadas en su memoria luego de la presencia del Bloque Norte y de la Guerrilla de las Farc y el Eln? En sus miradas se dejan relucir las esperanzas, las ilusiones, el amor, la fuerza vital de la existencia, en sus casas se siente la familia, brotan miradas de valentía y todos los días amanecen con un motor de perrenque, de lucha constante y proyectos andando.

Ante tal pregunta, los hilos de la memoria étnica nos pone de aviso: durante la época precolombina, la región que actualmente conforma el corregimiento de Villa Germania fue dominada por los indígenas de la etnia Chimila, pero con la llegada de los colonizadores españoles a la región a mediados del siglo XVI, la zona fue convertida en fincas o sabanas comunales para el pastoreo de ganado y la mayoría de la población indígena tuvo que desplazarse hacia las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. En un primer momento el poblado fue fundado como ‘El Gobernador’, en 1962. Se comenta que la finca era propiedad de Manuel Germán Cuello Gutiérrez y donó el terreno de 15 hectáreas a los campesinos. Los campesinos le cambiaron el nombre a Villa Germania en honor al señor Germán.

Este acápite nos aclara el origen de ese profundo arraigo por el territorio que permitió que la gente de Villa Germania regresara al pueblo luego de un desplazamiento forzado masivo, en el cual el retorno se hizo en plena posesión de los paramilitares en el territorio; y luego de la masacre en el año 1996, en donde fueron asesinados con sevicia varias personas por ser tildadas como “colaboradores de la guerrilla”, realidades que nos permiten concluir que la fuerza vital étnica habita en cada hombre y mujer campesina, en el despertar diario en medio de esas montañas monumentales, la herencia étnica sigue permitiendo la territorialización de la vida social, de los usos sociales sobre los lugares, de las identidades campesinas, de la co-responsabilidad con la naturaleza.

La espiritualidad de cada habitante en Villa Germania refleja el vitalismo cósmico que les representa su vida, su acontecer diario. Esta última comunión con la fuerza étnica que habita en cada villagermaniano la enaltezco a propósito del 9 de abril, Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado.

 

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