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La vida por encima de las costumbres

EL TINAJERO

Por José Atuesta Mindiola

Nadie pone en duda, el respeto de los indígenas por la naturaleza y los seres vivos; pero en la escala de la vida, el ser humano es el componente central. En una columna anterior, expresé mi rechazo a la ablación o extirpación del clítoris a las niñas; bárbara costumbre de algunas tribus indígenas colombianas y de ciertas etnias africanas, justificada con el concepto que es una práctica ancestral, y se debe respetar.  Hacen caso omiso, a las estadísticas  que confirman que muchas niñas mueren por infección, y a las protestas de todas las mujeres que rechazan esta inhumana amputación.

Hoy me uno a las voces de mujeres indígenas del Cauca, que reclaman castigos ejemplares para los hombres de su tribu que violan a las niñas, y sólo son castigados con  simples latigazos. Estas madres piden condenas de acuerdo a las leyes del Estado colombiano.

La defensa a la vida y la intimidad, es un imperativo universal. La mujer, independiente de su cultura, de su raza,  de su ideología y de su religión, es un ser humano libre de decidir con autonomía y responsabilidad su sexualidad. No puede ser convertida en un objeto de esclavitud y violación. Ella es libre de concebir a sus hijos. Si es víctima de ultrajes y de violaciones,  por parte de sicópatas, depravados sexuales,  maniáticos sifilíticos, atracadores, padrastros, incluso de sus padres, que utilizando armas, amenazas, golpes, somníferos o bebidas embriagantes, la reducen a un estado inerme, las violan y la dejan embarazada. Quien más que ella, mancillada y humillada en su condición humana, en su dolor de mujer, tiene toda la libertad para decidir, si quiere o no, suspender la formación de ese embrión, antes de que se convierta en un niño no deseado. Es un delito aberrante, obligarla a ser madre a la fuerza.

Así como estas mujeres indígenas del Cauca, reclaman respeto y protección por encima de las costumbres, también comunidades de todas las etnias del país, le exigen al Estado: protección, apoyo y acciones favorables para elevar su calidad de vida, sin afectar sus derechos fundamentales. Sí ya están construidas las carreteras para el tráfico de vehículos, nadie quiere recorrer largos caminos para transportar los productos  sobre sus espaldas o en lomo de mula, Y si,  un gobernante de turno, decide cimentar con placas huellas las carreteras, ninguna autoridad indígena va a estar en contra ni a exigir  acuerdos y consultas para permitir el mejoramiento de las vías.
Las poblaciones de Atánquez, La Mina y Río Seco no van a estar en contra de la ampliación del acueducto. Los servicios de acueducto, alcantarillado y de energía eléctrica, favorecen a todos los seres humanos, independiente de su raza y de su credo. Los Kankuamos, como todos los indígenas son defensores de los árboles y de los ríos, le es fácil entender que cambiar la práctica primitiva de la leña por el gas propano domiciliario, es una actitud a favor de la ecología,  de la economía, de la salud y de la vida.
Todas las comunidades aspiran a mejorar su calidad de vida. Si el pueblo de Patillal goza de las ventajas del gas domiciliario; los demás corregimientos, también tienen  derecho a  tener este servicio. En los corregimientos del sur de Valledupar, han visto con beneplácito la propuesta del candidato Gonzalo Gómez, que si llega a la alcaldía, todos estos pueblos tendrán gas domiciliario.

DECIMA DE LA SEMANA

Liberales de convicción
se preguntan por Basilio,
parece estar en exilio
y no cuenta con la unción
del partido en la región.
Y por los conservadores,
Rubén perdiendo asesores,
se le pone el barro duro
con Monsalvo y con Arturo,
los posibles ganadores.

JOSE ATUESTA MENDIOLA

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