Por: Hernán Maestre Martínez
Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar. Hagamos causa común para que el embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para la vida en Valledupar, La Paz y San Diego.
Claro que la vida cuenta porque la vida es importante. Ante la anterior afirmación, debemos hacernos las siguientes preguntas ¿qué hay? ¿Cuánto hay?, ¿Dónde está?, estas no pueden ser respondidas sin certeza. Por ello, “hay que contar la vida para poder salvar la vida”. Este es el postulado esencial del libro Las cuentas de la vida, cuyo trasfondo está conformado por dos ideas fundamentales. La primera responde al balance en la relación hombre y naturaleza (víctima y victimario).
La segunda reconoce la clara necesidad de la humanidad que debe saber utilizar y aprovechar la naturaleza para así poder garantizar su supervivencia, en un esquema en el cual, después de un siglo de dominio de la física y la química, la biología será la nueva fuerza impulsora y la técnica y la naturaleza dejaran de competir.
Son unas cuentas difíciles porque existen innumerables dificultades en la contabilidad de altos números de individuos, como los censos de vida salvaje en ecosistemas de difícil acceso. Sin embargo, el perfeccionamiento de los mecanismos de conteo ha sido producto de la evolución en el conocimiento y desarrollo de los mecanismos para contar, agrupar y arrojar datos, cuyos orígenes se remontan, en el campo de las ciencias naturales a las agrupaciones simples de organismos en la época de Aristóteles y Plinio, cuyo perfeccionamiento, a través del tiempo, dio lugar a la ciencia de la Taxonomía y de la Sistemática actuales, con el fin de clasificar la vida y, primordialmente con el de contarla.