Por José Félix Lafaurie Rivera
En la guerra la primera víctima es la verdad. También parece serlo en las negociaciones con actores armados. Y aún más, cuando la reelección depende de los criminales. Las mentiras o verdades a medias se hicieron sistemáticas para este Gobierno.
Buscan justificar la actuación y obviar el chantaje de los narcoterroristas, para mantener una opinión favorable. Lo importante es no quedar al descubierto, aunque tenga que pagar el favor a las Farc. Ahí están los recientes desaciertos. Se habilitó la extraña liberación de “Julián Conrado”, se ocultó el derribo del helicóptero en Antioquia y habrá que ver si luego se disculpa la barbarie de Pradera. Mientras las Farc frotan victoriosas sus manos, el Gobierno luce más atrapado por los diálogos y la sociedad confundida e incrédula.
El Gobierno no necesitaba mentir sobre la cancelación de la extradición de “Julián Conrado”. No es claro si fue porque las Farc lo indujeron o si lo llevó a Cuba por su exigencia, con el argumento que iba como negociador, cuando la realidad era otra. No es la primera vez. Primero fue “Pablo Catatumbo” y ahora el “Cantante”. Quién sabe si en el desfile hacia el lavadero de delitos de La Habana, se incluyan otros alias como “Isaías Trujillo”, “Román Ruiz” o “Rubín Morro”, comandantes del Bloque Iván Ríos, hoy en desobediencia de sus mandos en Cuba.
En inteligencia nadie descarta la autoría de una de sus células –el Frente 36– en el siniestro del helicóptero en Anorí o la del Sexto Frente en la moto-bomba de Pradera, aunque en Casa de Nariño apunten a otros móviles y a la indefensable “torpeza” de las Farc. Pero en el afán reeleccionista del Presidente, toda la cúpula del Estado Mayor Conjunto de las Farc puede terminar en Cuba. Nadie sabe. El secretismo y las mentiras son evidentes y sirven a las Farc para extorsionar al Presidente. De hecho, otros asuntos inamovibles han ido cobrando vida, como la Asamblea Constituyente.
El Gobierno debe dar transparencia al proceso de paz. Tenemos derecho a saber qué se está pactando. Con quién se está negociando –15, 1.500 o 15.000 hacen una enorme diferencia–. Qué hay detrás del movimiento de otros cabecillas hacia La Habana y por qué se miente innecesariamente sobre los crímenes de las Farc. Sería un principio para quitarse la cadena de “rehén” y evitar la extorsión de las Farc.