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La verdad del victimario nunca será completa

La JEP será un archivo de verdades a medias, los victimarios siempre tendrán sus reservas así como también todos los partícipes de la guerra, incluido el Estado. Tampoco el arrepentimiento será sincero y total por muchas lágrimas y dolor que expresen las víctimas.

La capacidad de perdonar no es fácil para quienes han sentido destrozar sus corazones, el odio anida en sus expresiones, la sed de venganza vivirá en ellos para siempre, un abrazo público no basta. El secuestro, por ejemplo, debe producir mucho dolor e incertidumbre en la familia del secuestrado que no sabe si lo volverá a ver con vida y este, a su vez, sufrirá por los padecimientos y el dolor de su familia; es una tragedia total.

 El secuestro es uno de los crímenes más abominables de la humanidad. Desconozco los mecanismos que tenga la JEP para extraer la esencia de la verdad y propiciar el perdón y el abrazo entre víctimas y victimarios. Pero luego, ¿qué haremos con esa verdad? ¿Quién garantiza que las rencillas sean sepultadas? He visto víctimas cuyas expresiones son más de odio que de perdón pese a que antes ellas también fueron victimarias. 

Este es un círculo vicioso porque no se sabe quién tiró la primera piedra. Muchas de las víctimas, como es el caso de Ingrid Betancourt y el de nuestro coterráneo y amigo Roberto Lacouture, no ven en los representantes de las ex-Farc una clara muestra de dolor por sus crímenes ni de cómo resarcirlas.

Eso es verdad, ellos que fueron secuestrados saben que su dolor y el de sus familias nunca serán recompensados. Después de un hecho como este, la víctima nunca será la misma, sus pasiones serán más fuertes e impredecibles; el acero es rígido por el tratamiento de golpes y calor recibido. Hay que meterse en el pellejo de ellos para sentirlo, los gestos de Roberto mostraban esa radiografía del dolor infinito. 

Tampoco la verdad expresada por el expresidente Santos, copartícipe de los falsos positivos, es completa. ¿Miedo? Queda la impresión de que algo ocultó en sus declaraciones, que no cuadran con lo que se sabe, que él como ministro debería saber, es un testigo clave. Claro, nadie debe testificar en su contra y si él dijera toda la verdad pasaría a la calidad de victimario. 

Mientras tanto, las víctimas de los paramilitares, asociados al Estado, que esperen porque la JEP no fue diseñada para escucharlas a ellas ni para los terceros ideólogos y retaguardias de las AUC. Aquí la cosa es más complicada porque las víctimas, en su mayoría, están muertas y no podrán testificar, solo sus familiares podrían hacerlo. Y mientras no se conozca esta parte de la verdad, más de la mitad del dolor quedará sepultado. Si la JEP fuera un trípode, una de sus patas serían las víctimas de las FARC, otra, las víctimas de las AUC y la otra, la integrarían las víctimas del Estado con sus aliados de civil; en estos momentos la JEP es un trompo que baila sobre una sola pata y tarde o temprano decaerá al perder su equilibrio. 

Ojalá el padre De Roux y su equipo de trabajo puedan extraer un mínimo de esas esquivas verdades para que la historia pueda acuñar sus resultados y a futuro evitar la repetición.

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