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La utopía de gobernar con el corazón

Jairo Mejía Cuello

Todo gobernante no puede aspirar a establecer un esquema de progreso en un país sin un cambio, donde la igualdad, el acceso a los servicios públicos y básicos, el respeto a los derechos humanos y los demás, estén presentes en él, pero no debemos olvidar que dicha aspiración debe estar determinada y ajustada con la realidad social.  

Si hay algo que está matando a nuestro presidente es la utopía, y hasta consideraría que un poco de folclorismo, con el que anuncia algunos temas. Si bien es cierto que la ejecución de los mismos sería maravilloso, también es cierto que hay que trabajar con lo que hay y mejorarlo si es el caso. Entiendo su afán de hacer prosperar al país pero no se puede gobernar solamente con el deseo del corazón. Es verdad que al arte de gobernar hay que meterle corazón, pero debemos aceptar lo que tenemos y lo que somos ahora mismo. 

Con respecto a la península guajira ya ha “tacado burro” varias veces, utilizando el término como descache, creo, que como en el billar, ha errado a la hora de golpear la bola de manera adecuada o si la ha golpeado lo ha hecho de forma equivocada. Por lo tanto, una respetuosa sugerencia para no volver a equivocarse torpemente sería la de concentrarse o sintonizarse mejor, como lo exigen las circunstancias del momento. No se puede pretender mostrar una realidad inexistente o peor aún pretender crear una de manera utópica, negando obviamente la que hay.

Con ocasión a la llegada de un yate de lujo por primera vez, en donde algunos extranjeros pisaron el Cabo de la Vela en el imponente paisaje guajiro y quedaron maravillados, el Presidente volvió a anunciar la iniciativa de construir un aeropuerto o una pista aérea de carácter internacional como lo ha manifestado, que permita interconectar a La Guajira con el resto del mundo, pues ya se había hecho a mediados del año pasado, convirtiendo dicha zona en un polo y una potencia turística a nivel mundial, enriquecedor para las comunidades y el país, cuestión que aunque suene fantástico dista mucho de la realidad, pues, primero debemos empezar por el comienzo sin que exista redundancia. 

No nos maquillemos sin bañarnos, no nos emperifollemos porque quizás a esa fiesta no vamos y es que debemos preguntarnos al menos ¿de dónde saldría primero el agua a utilizar para fraguar las obras, o para siquiera mitigar la sed de los obreros y trabajadores ante la problemática real de ausencia del líquido vital que vive desde siempre el departamento de la Guajira? o ¿cómo va el tema de la construcción de los más de 300 kilómetros de caminos comunitarios y malla vial anunciados igualmente para mejorar la conectividad de las zonas de Pucheo, Nazaret, Puerto Estrella, Guachuguari, Uribia, La Unión y Puerto López? o ¿cómo van las intervenciones también anunciadas en el aeropuerto Almirante Padilla de Riohacha en el lado tierra y en el lado aire?

Señor Presidente, soy de los que comparte sus preocupaciones y aplaudo muchas veces sus decisiones, pero está al borde de dejarse arropar por una ensoñación utópica, basado en la idea de que los seres humanos pertenecemos y merecemos un mundo mejor que se perdió en el pasado remoto. No permita que nuestra verdadera realidad eleve sus pies de la tierra que tanto anhela verla convertida en potencia de vida. No recurra como lo han hecho otros mandatarios a las mentiras, a las verdades modificadas y a las promesas incumplibles, se lo pido de corazón. 

Creo, que gobernar con el corazón en estos tiempos es inadecuado e inconveniente, por más cosas mejores que se deseen para nuestro pueblo, la imposibilidad de lograrlas hace que se vuelque todo en su contra y la frustración de aquellos que no reflexionan sobre la realidad sino sobre los sueños y esperanzas, se hacen cada día más evidentes.

Quizás vale la pena escuchar aquellas palabras sanas de quienes lo rodean o aquellas que vienen de más lejos de su entorno, que lo que pretenden sin duda alguna es la construcción de un buen país, que aunque no sea perfecto, sea una potencia mundial de vida como bien lo proclama ante los demás, porque, de igual forma, vale la pena recordar que los seres humanos son tanto uno como el otro hermano. Son gemelos, el anverso y el reverso de una misma realidad.  

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